lunes, noviembre 21, 2011

La delgada línea roja


Desde que comenzó esta crisis, hemos ido atravesando, voluntariamente en unos casos, por imposición en otros, pero siempre de manera irreversible e imparable, una serie de líneas rojas que nos advertían del peligro que suponía traspasarlas, pero que pese a ello quedaron atrás.

Con el ánimo de calmar la voracidad de los mercados, que por definición es insaciable, hemos ido renunciando a derechos sociales, sindicales y económicos, sin reparar en que cuantas más eran las renuncias que estábamos dispuestos a asumir, más indefensos nos presentábamos ante esos mismos depredadores, con lo que su voracidad lejos de calmarse se exacerbaba.
Nuestra sociedad contempla impávida como, uno tras otro, van cayendo en las garras de los especuladores internacionales los países que conforman la des-Unión Europea.

Y como colofón a este magnífico despropósito, solo se nos ocurre renunciar a la política, entregar las riendas de los Estados a los mismos que contribuyeron a crear esta situación.
Es desolador contemplar como la Vieja Europa aplaude que los Gobiernos surgidos de las urnas sean sustituidos por supuestos tecnócratas, que supuestamente van a saber arreglar lo que no supieron prever, anunciar, denunciar ni corregir.
Es triste, muy triste, asistir a esta ceremonia de la confusión, en la que pretenden hacernos creer que aplicar los principios económicos más reaccionarios no es hacer política, sino poner en práctica las únicas recetas posibles para salir de la crisis.

Es terrible comprobar cómo estamos atravesando esta última y delgada línea roja que separa la democracia de la dictadura, cómo nos estamos asomando al abismo, y en lugar de exigir más política, dejamos que nos gobiernen quienes nos han conducido al desastre.
Es desalentador observar cómo nos llevan hacia una sociedad deshumanizada, sin que opongamos resistencia.

NICOLÁS ABANCÉNS TEJERO
Zaragoza - 21/11/2011






Manuel
#856

No hay comentarios: