miércoles, marzo 11, 2009

El Madrid ha tocado fondo

Hace tiempo que lo hizo por el lado institucional y anoche se despeñó en lo futbolístico.
Por quinto curso consecutivo, cayó fulminado en los octavos de final de la Copa de Europa.
Esta vez, tras recibir la mayor goleada desde que adoptó el formato Champions, es decir desde 1992. Un resultado que deja al equipo en el barrizal, desamparado y sometido a las turbulencias que se le avecinan. Al Madrid le faltó energía, valor y fútbol, todo lo que retrató al Liverpool, por una vez un equipo huracanado. Excesivo para el Madrid de estos tiempos, que no está para chorrear a muchos. Ha perdido hasta su mística relación con un torneo en el que solía mostrar hasta lo que no tenía.

Hoy tiene muy poco y casi nada puede demostrar.


Dos goles injustos hicieron justicia al Liverpool.
Y al Madrid, tan calamitoso en el juego como falto de espíritu.
Nada que ver con el derroche y grado de agitación de su adversario, que le arrolló durante la primera media hora de forma conmovedora. El Liverpool expuso todo lo que no tuvo el Madrid, todo lo que exige la Copa de Europa: vitaminas, decisión, aplomo, velocidad, orden y fútbol. Enfrente, un grupo de jugadores convertidos en muñecos de trapo. No hubo choque, asalto, del que saliera victorioso un visitante.
Fue un ejercicio de demolición.

El vapuleo recibido fue aún mayor que los tantos encajados.

Fin de ciclo para un equipo que ha pagado las tropelías de los directivos, la dejadez del técnico con el que arrancó la temporada y la autocomplacencia del director deportivo.
Hoy no aflora nadie en la cantera, el equipo debe cargar con cedidos como Faubert y otros bien devaluados como Van der Vaart. Nadie puede garantizar el mañana de un técnico de aire interino al que hoy gobierna una junta directiva con fecha de caducidad.
Al club le urge un ventilador electoral.


***

Como se intuía, el Madrid cayó en Liverpool.
Y lo hizo como lo que ahora es: un equipo pequeño, vulgar, de mediano pelaje, si es que tiene pelaje alguno. Aunque en casa aún pega cuatro gritos y alguno se asusta, fuera es un triste pelele. En cuanto atraviesa los Pirineos se le ven los costurones. Sus antaño temibles camisetas blancas son ahora tristes banderas de rendición incondicional.

El Madrid lleva cinco años cayendo en el primer cruce de la Copa de Europa, que es cuando realmente comienza la competición, con la liguilla convertida en un simple sacacuartos.
Se ha medido con nobles (Juventus, Bayern, Liverpool) e hidalgos (Arsenal, Roma), y ante todos han quedado retratadas sus miserias, resumidas en el paulatino empobrecimiento de una plantilla mal pensada, mal entrenada, mal alineada...

En Anfield ni siquiera mostró orgullo, el último sostén de una plantilla más consciente de sus limitaciones que sus propios gestores, y ofreció su versión más paupérrima en su primera (y, probablemente, última) visita a tan ilustre escenario.

Juande 'sorprendió' sacando a Sneijder por Marcelo, pero se retrató quitando a Robben (¡a Robben!) para poner al brasileño. Lo que no se movió fue el doble 'pegote' Gago-Lass. Y Guti 'vibrando' en el banquillo hasta el minuto 76.

Los optimistas dirán que ahora los blancos pueden centrarse en la Liga.
Puede, pero que nadie olvide que, a estas alturas del siglo XXI, lo único que el Madrid hace a lo grande en Europa es... el ridículo.


Manuel
#361

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