Hasta hace unas semanas Islandia era considerado el mejor lugar para vivir del mundo.
Y sus habitantes, los más felices del planeta.
Pero, arrasada por el terremoto de la crisis financiera, Islandia se ha convertido en un país en bancarrota, con una población en estado de shock y unas autoridades balbuceantes.
¿Un anticipo de lo que les espera a otros países?
Islandia, una pequeña y desorbitada caricatura del crecimiento sin fin que parecía estar viviendo el mundo desarrollado, ofrece de repente una temible primicia de la debacle económica que amenaza con reproducirse en Europa, en Estados Unidos y en el resto de los países ricos.
Manuel
#276
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