El deseo del maestro francés Georges Prêtre de enviar al mundo una declaración de amor con el Concierto de Año Nuevo se ha cumplido esta mañana con creces en un recital cargado de referencias románticas y de celebraciones a la vida.
Con 30.000 flores traídas desde San Remo, al noroeste de Italia, la Sala Dorada del Musikverein vienés ha acogido la tradicional bienvenida al nuevo año que la Filarmónica de Viena ofrece cada 1 de enero.
Prêtre, viejo conocido de la orquesta vienesa y que ya en 2008 tomó la batuta en el recital de Año Nuevo, ha afrontado con un excelente humor y mayor entusiasmo su anunciado objetivo de que durante dos horas todos olviden sus problemas.
Con 30.000 flores traídas desde San Remo, al noroeste de Italia, la Sala Dorada del Musikverein vienés ha acogido la tradicional bienvenida al nuevo año que la Filarmónica de Viena ofrece cada 1 de enero.
Prêtre, viejo conocido de la orquesta vienesa y que ya en 2008 tomó la batuta en el recital de Año Nuevo, ha afrontado con un excelente humor y mayor entusiasmo su anunciado objetivo de que durante dos horas todos olviden sus problemas.
Con tal declaración de intenciones, no sorprende que el recital lo inaugurara la apertura de la opereta Die Fledermaus, de Johann Strauss hijo, un auténtico canto a la alegría de vivir y a la fiesta.
Manuel
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