lunes, enero 31, 2011

La batalla de Egipto continúa

Qué admirables me parecen los jóvenes manifestantes ante los que hablé el otro día, esos egipcios unidos contra las injusticias y que comparten una ira que nadie va a poder dominar.
El martes fue para mí un día inolvidable.
Me uní a los manifestantes en El Cairo, junto con los cientos de miles de personas que, en todo Egipto, salieron a la calle para exigir libertades y enfrentarse a la terrible violencia policial.
El régimen posee un aparato de seguridad con 1.500.000 de soldados e invierte millones en entrenarlos para una tarea: reprimir al pueblo egipcio.

Me encontré en medio de miles de jóvenes que solo tenían en común su valor increíble y su determinación de hacer una cosa: cambiar el régimen.
Unos jóvenes que son, en su mayoría, estudiantes universitarios sin ninguna esperanza sobre su futuro. Que no encuentran trabajo y, por tanto, no pueden casarse.
Y que actúan movidos por una ira indomable y un profundo sentido de las injusticias existentes.

Siempre admiraré a estos revolucionarios.
Todo lo que dicen demuestra una aguda conciencia política y un deseo de libertad que desafía a la muerte.
Me pidieron que pronunciara unas palabras.
Aunque he hablado cientos de veces en público, en esta ocasión era diferente: me encontraba ante 30.000 manifestantes que no estaban de humor para oír hablar de concesiones y que no dejaban de interrumpir con gritos de "¡Abajo Hosni Mubarak!" y "El pueblo dice: ¡Fuera el régimen!".


Dije que estaba orgulloso de lo que habían conseguido, que habían logrado poner fin al periodo de represión, y añadí que, aunque nos golpearan o nos detuvieran, habíamos demostrado ya que no teníamos miedo y que éramos más fuertes que ellos.
El Gobierno egipcio tiene a su disposición los instrumentos represivos más temibles del mundo, pero nosotros tenemos algo más fuerte: nuestro valor y nuestra fe en la libertad.
La muchedumbre respondió con un grito unánime: "¡Acabaremos lo que hemos empezado!".
Yo estaba en compañía de un amigo, un periodista español que pasó muchos años en Europa del Este y vivió allí los movimientos de liberación.
Dijo: "Mi experiencia es que, cuando sale tanta gente a la calle, y con tanto empeño, el cambio de régimen es solo cuestión de tiempo".

¿Por qué se han rebelado los egipcios?
La respuesta está en la naturaleza del régimen.
Un régimen tiránico puede privar al pueblo de libertad pero, a cambio, le ofrece una vida fácil.
Un régimen democrático puede no ser capaz de acabar con la pobreza, pero la gente tiene libertad y dignidad.
El régimen egipcio ha quitado a sus ciudadanos todo, incluidas la libertad y la dignidad, y no ha cubierto sus necesidades diarias.
Los cientos de miles de manifestantes de El Cairo no son más que una representación de los millones de egipcios que han vivido con sus derechos suprimidos.

Si bien en Egipto ya había llamamientos públicos pidiendo reformas mucho antes de los disturbios de Túnez, es evidente que los acontecimientos en dicho país sirvieron de inspiración.
La gente empezó a ver con claridad que el aparato de seguridad no podía proteger a un dictador eternamente.
Y teníamos más motivos que nuestros homólogos tunecinos para protestar, puesto que en Egipto hay más gente que vive en la pobreza y estamos sujetos a un gobernante que lleva más tiempo sujetando las riendas del poder.
En un momento dado, el miedo empujó a Ben Ali a huir de Túnez.
Es posible que nosotros obtengamos un éxito similar; algunos manifestantes de El Cairo copiaron el lema en francés que se había oído en Túnez, "Dégage, Mubarak".
Por otra parte, las revueltas han llegado ya a otros Estados árabes como Yemen.
Las autoridades están descubriendo que sus tácticas no pueden detener las protestas.
Las manifestaciones se han organizado a través de Facebook, que ha demostrado ser una fuente de información fiable e independiente; cuando el Estado intentó bloquearla, la gente fue más astuta y los blogueros explicaron las formas de saltarse los controles.
Y la violencia de los servicios de seguridad es un peligro para las dos partes: en Suez, la gente se alzó contra la policía por haber disparado a los manifestantes.
La historia enseña que llega un instante en el que los agentes de a pie se niegan a obedecer las órdenes de matar a sus conciudadanos.

Cada vez son más los ciudadanos que desafían a las fuerzas del orden.
Un joven manifestante me contó que, cuando corría para huir de la policía el martes, entró en un edificio y llamó a un piso cualquiera. Eran las cuatro de la mañana.
Le abrió la puerta un hombre de 60 años, con el miedo visible en el rostro.
El manifestante pidió al hombre que le escondiera de la policía.
El hombre le pidió que le enseñara su documento de identidad y le invitó a entrar, e incluso despertó a una de sus tres hijas para que le preparase algo de comer.
Se sentaron a comer y beber té y acabaron charlando como viejos amigos.
Por la mañana, cuando se había alejado el peligro de que detuvieran al joven manifestante, el hombre le acompañó a la calle, le buscó un taxi y le ofreció un poco de dinero. El joven se negó y le dio las gracias.
Mientras se daban un abrazo, el hombre le dijo:

"Soy yo quien debería darte a ti las gracias
por defendernos a mí, a mis hijas y a todos los egipcios".

Así comenzó la primavera egipcia.
Mañana veremos una auténtica batalla.

Alaa Al Aswany es escritor egipcio,
autor de El edificio Yacobian.


Manuel
#682

Iconos

La cultura moderna consiste en estar sentado, en mirar, en teclear y callar.
El pensamiento ya no es una fuente de creación ni de rebeldía.
Frente a nuestros ojos discurre ahora una cinta perenne de imágenes, cada una más excitante que la anterior, más directa, más luminosa.
Prácticamente el cerebro humano se ha convertirlo en un recipiente de iconos, de rostros, sexos, muñecos, envases, marcas, paneles, pornos, carátulas, solapas, videojuegos, e-mails, telediarios que hacen rodar las tragedias por la pantalla como esa nube de algodón azucarado que venden en las ferias y que duran solo un minuto en poder de los niños.
Los carteles de espectáculos pegados a una tapia estaban visibles al menos una mañana entera antes de que los tapara otro reclamo, pero hoy la noria de luces superpuestas es instantánea y convulsiva cuyo vértigo constituye ya la sustancia de la mente.
Los jóvenes hoy se alimentan de imágenes. Lo que no se ve, no existe.
El pensamiento clásico ha quedado en manos de algunos taxistas cabreados con un mondadientes en la boca y de sus discípulos predilectos, que son algunos articulistas, intelectuales y analistas obsesionados con las zanjas del Ayuntamiento, con el ruido callejero y con la dificultad para aparcar.
La crisis de la existencia ha sido reducida a un malhumor municipal, en esa charca ha sido ahogado Schopenhauer.
Luego están los moralistas sin sentido del humor y los políticos gafes que se han visto obligados por la cultura de la imagen a teñirse el pelo y a trasquilarse las ojeras.
Con un dedo firme señalan el camino, con palabras podridas por la halitosis te dan lecciones, pero nada es valido ya sin la alegría superficial y gentil del facebook, nada es real sin las imágenes que se devoran unas a otras bajo el relámpago de magnesio sobre una infinita alfombra roja que va rolando por las esferas e introduce a los héroes del momento en nuestra cocina, en el comedor, en el cuarto de baño, en el dormitorio y los ahoga en las dos mejillas de la almohada donde se confunden con el sueño o el insomnio.
Somos seis mil millones de humanidad.
La mitad está sentada mirando cómo la otra mitad hace el payaso.
Y así sucesivamente se va llenado el desván de nuestro cerebro de iconos.
Mirar, callar y teclear, de todo, de nada.

MANUEL VICENT 23/01/2011

Manuel
#681

jueves, enero 27, 2011

En Russie, la vie ne vaut rien

Les autorités étaient prévenues de la menace d’attentat contre l’aéroport de Domodedovo
depuis une semaine.
Et pourtant, la sécurité n’a pas été renforcée.


MOSCOU— Quelques heures à peine après l'explosion mortelle dans l'aéroport le plus fréquenté de Moscou, on apprend que la direction de l’aéroport avait connaissance de l’existence d’une menace terroriste depuis au moins une semaine.
Elle savait même à quel endroit l’attentat devait avoir lieu: dans le hall très fréquenté des arrivées.
Pourtant, aucune mesure de sécurité supplémentaire n’a été mise en place: comme d’habitude, n’importe qui pouvait entrer dans la zone d’arrivée de l’aéroport directement du dehors, sans passer par un détecteur de métaux ni aucun autre système de filtrage.
En outre, l’effectif du personnel de sécurité de l’aéroport a été divisé par deux dans le mois qui a précédé l’attentat.

En Russie, c’est quasiment normal.

On éprouve un sentiment d’identification particulièrement atroce en voyant les images des ravages d’un attentat terroriste dans un lieu qui vous est intimement et physiquement familier.
Presque la sensation d’avoir touché le carnage.
Je l’ai éprouvé plusieurs fois ces dernières années.
En 2004, un kamikaze s’est fait exploser à un arrêt de bus, tuant 10 personnes, sur le chemin de mon travail: si je n’avais pas pris une journée de congé ce jour-là, j’aurais sans doute été coincée dans un embouteillage dans les parages.
Il y a moins d’un an, 40 personnes ont perdu la vie lors de deux attentas dans le métro de Moscou; une des deux bombes a explosé dans une station que mon fils traverse régulièrement pour aller à l’école —ce jour-là, il se trouve qu’il y était allé en voiture avec sa petite sœur.
Il y a eu une demi-douzaine d’explosions et de prises d’otages entre-temps —sur l’itinéraire habituel d’autres personnes.
Cette fois, quand la nouvelle de l’attentat à l’aéroport est tombée au milieu de la conférence de rédaction de mon magazine, toutes les personnes présentes se sont tues, visualisant clairement un lieu où nous tous étions déjà passés des dizaines, voire des centaines de fois.

L'espérance de vie d'un ado russe? Moins que celle d'un Somalien

Je ne connais qu’un seul autre endroit au monde où le danger a une telle imminence.
Israël, le pays où l’on ne peut pas entrer dans un centre commercial, un cinéma ou monter dans un train desservant l’aéroport sans passer par un détecteur de métaux et être contrôlé par un service de sécurité.
L’approche de Moscou est à l’exact opposé: il n’y a pas de contrôle de sécurité à l’entrée des centres commerciaux, des cinémas ou des parkings, et les scanners d’aéroport sont généralement, comme le disent les responsables, en «mode veille», c’est-à-dire qu’ils sont éteints.

Comment cela est-il possible?
Est-ce que les Russes se soucient si peu de la sécurité des personnes et du public?
La réponse est, eh bien, oui.
La Russie est le seul pays développé au monde où l’espérance de vie moyenne est en déclin constant depuis un demi-siècle.
La Russie est le seul pays qui connaît un dépeuplement catastrophique sans être officiellement en guerre.
Nicholas Eberstadt, membre de l’American Enterprise Institute qui a récemment publié un livre sur le sujet, estime que depuis 1992, la Russie a perdu près de 2 millions de femmes et 5 millions d’hommes dans le cadre de ce que les démographes et les spécialistes de la santé publique appellent une «surmortalité». Elle concerne des personnes qui, étant donné leur âge et leur statut social, n’auraient pas dû mourir. Eberstadt aime à souligner que l’espérance de vie d’un adolescent russe de 15 ans est aujourd’hui inférieure à celle d’un Somalien du même âge.

De quoi meurent donc ces gens?
De maladies cardiovasculaires, du sida, et, de manière plus frappante, de causes considérées comme externes: violences, accidents, suicides et empoisonnements (surtout à l’alcool).
Toutes ces causes de mortalité ont en commun un risque pris par la victime.
Les maladies cardiovasculaires sont généralement la conséquence d’une alimentation détestable, de l’abus d’alcool et du tabac (une majorité d’adultes des deux sexes fument des cigarettes).
Le VIH se transmet sans entraves dans un pays qui, selon les sondages, a l’un des taux de sida connus les plus élevés du monde et utilise le moins les préservatifs.
Les accidents et la violence, presque toujours liés à l’abus d’alcool, sont aussi de façon évidente la conséquence d’une prise de risque excessive et systématique.

L’aspect le plus tragique de cette histoire est peut-être qu’au-delà d’un certain point, la prise de risque commence à paraître tout à fait rationnelle.
Si à 15 ans, votre espérance de vie est inférieure à 50 ans, pourquoi vous préoccuper des répercussions à long terme des méfaits du tabac —ou même des conséquences à court terme de l’absence de port de ceinture de sécurité?
Et, si vous êtes responsable de la sécurité d’un aéroport, pourquoi la menace même connue d’un attentat terroriste devrait-elle vous pousser à allumer un scanner de sécurité en veille?

Macha Gessen

Traduit par Bérengère Viennot


Manuel
#680

miércoles, enero 19, 2011

'Simpas', 'guardacopas' y 'lateros'

Solo éramos cinco en el salón del restaurante donde proyectaban el derbi de Copa entre el Real Madrid y el Atlético. El camarero se me acercó con mirada cómplice cuando acababa de marcar Forlán para preguntarme en voz baja si daba permiso para que los tres tipos de la mesa de al lado se encendiesen un cigarrillo.
Dije tajantemente que no.

Me sentí orgulloso de ejercer mi derecho a respirar aire sin componentes cancerígenos, a cenar sin inhalar un humo pestilente que me perseguiría impregnado en la ropa y el pelo hasta casa.
Por fin ha llegado una ley antitabaco que, una vez en vigor, nos hace reflexionar sobre cómo hemos tardado tanto en disfrutar de un café o una comida sin aderezarla del alquitrán en combustión del comensal aledaño.

Sin embargo, a los pocos minutos (nada más empatar Sergio Ramos) me empecé a sentir mal.
Me vi desde fuera como un radical antitabaco, un talibán del Marlboro que le estaba amargando la noche a otros madridistas que solo ansiaban pasar a semifinales echándose tranquilamente un piti. Aun así me mantuve firme en mi opción, por fin legalmente respaldada, de no tragarme el veneno maloliente de nadie, pero no paré de reconocerme algo insolidario hasta que me marché en el descanso y les dejé disfrutar de una victoria blanca envueltos en una nube del mismo color.

Lo ideal sería que los fumadores, aparte de respetar la nueva ley, la entendiesen como un necesario y justo pacto de convivencia con quienes aborrecemos los cigarrillos.
Y aunque parezca mentira, los que jamás hemos adoptado el vicio también tenemos por delante un ejercicio mental consistente de despojarnos de cualquier sentimiento de culpa cuando impedimos que alguien fume o incluso cuando denunciamos a quien lo hace ilegalmente.

Esta reciente legislación no solo transforma las mentalidades, sino también va a trastocar la fisonomía de Madrid. Gallardón ve "con buenos ojos" que las discotecas y los locales de copas puedan extender terrazas, como los bares. En un principio al alcalde le gusta que nuestra ciudad se parezca a París, salpicada de bonitos veladores con estufas y toldos y, sobre todo, le seducen los 5.000 euros que cada bar del centro ha de pagar al año por una docena de mesas de exterior.
Sin embargo, el humo en las terrazas es tremendamente molesto para quienes no encuentran gratificante fumarse a pachas el cigarrillo ajeno.
En Nueva York solo se pueden dar caladas en la fila de mesas más alejada del local. Aquí todavía queda guerra antitabaco por librar.

Los hosteleros no están sufriendo la deserción masiva de clientes que vaticinaban.
Lo que sí están padeciendo es el doble de simpas.
Con la nueva excusa de salir a fumar, mucha gente se larga de los restaurantes o los garitos sin pagar.
En España tenemos la campechana costumbre de abonar las consumiciones antes de marcharnos del local, pero ahora los establecimientos están empezando a exigir el cobro en cuanto son servidas.

Hay que vigilar a los clientes pero... ¿quién vigila su copa cuando salen a fumar?
Los quejosos hosteleros ahora protestan porque han de financiar a una nueva figura en los bares: el guardacopas. Se trata de un tipo que custodia el cubata mientras su dueño se ausenta del establecimiento para echarse unas caladas.
El guardacopas no solo impide que un desconocido se beba el peloti del fumador, sino que, si de verdad ejerce su labor con dedicación y esmero, también evita que se agüe el combinado relevando los hielos.

Está claro que la noche madrileña, sin humo, está cambiando.
Proliferan los simpas, nacen los guardacopas y se pueblan las puertas de los bares de lateros, chicos y chicas que aprovechan las aglomeraciones tanto de salida como de entrada a los garitos para vender latas de cerveza o refrescos a un euro.
Entre los fumadores de acera y los personajes surgidos a su alrededor, Madrid está ganando un considerable nivel de decibelios en las calles a altas horas.
Ya han protestado los vecinos de Chueca, de la plaza del Dos de Mayo, de la de Santa Ana y los de La Latina.

Las ciudades precisan de un difícil equilibrio entre sus sentidos: el gusto, el olfato, el oído...
Primar a uno de ellos a veces perjudica al otro. Es complicado satisfacer a todos los madrileños, siempre habrá quienes salgan ganando y quienes, irremediablemente, pierdan.
Como en los derbis.

EDUARDO VERDÚ 19/01/2011

Manuel
#679

La lección de Túnez

Túnez acaba de vivir una doble revuelta que aún no constituye una revolución.
Una revuelta popular y una revuelta de palacio en el entorno del presidente Ben Ali.
La revuelta en la calle comenzó hace cuatro semanas cuando un joven de 23 años, Mohammed Bouazizi, se inmoló en Sidi Bouzid para expresar su desesperación ante las injusticias; ello provocó una ola de indignación que se transformó en una marea de protestas.
Sobre todo desde que comenzó el siglo, la situación social es desastrosa para los más pobres.

El poder de Ben Ali se apoyaba en tres fuerzas centrales.
Una, las clases medias, relativamente integradas, han visto cómo su situación se degradaba. En los últimos años, el poder cambió de base, se fundió con los círculos de especuladores y se hundió en una corrupción familiar de tipo mafioso.
La mujer del presidente y su familia, los Trabelsi, se adueñaron de todo lo que valía algo y no dudaron en "extorsionar" a otros para apoderarse de sus negocios, con la aprobación del presidente.

El poder también se apoyaba en un aparato de dominación formado por los dirigentes y militantes del RCD, el partido oficialista, que controlaba todos los engranajes y la corrupción en el país.
Una especie de milicia con la impunidad garantizada, que vigilaba a la población e imponía un clima de delación que a menudo derivaba en cárcel y torturas.

Por último, la policía y la guardia nacional (la gendarmería), que Ben Ali, ex ministro del Interior, tenía en sus manos.
En los últimos 23 años el Ejército se fue debilitando porque Ben Ali siempre le tuvo miedo. Túnez, vista la experiencia de los golpes de Estado militares en otros países africanos, quiso tener un ejército que no fuera muy poderoso y, en cambio, dio prioridad a la policía y la guardia nacional, que se convirtieron en el principal instrumento de represión.
De hecho, la policía, junto con una parte de las milicias del RCD, y con su utilización de grupos de saqueadores, está en el origen de la destrucción y los asesinatos de estos últimos días.

Lo que ha hecho que hubiera un vuelco es un fenómeno mental colectivo extraordinariamente poderoso: la desaparición del miedo. ¿Por qué?
Por muchas razones, pero sobre todo porque el poder no supo cómo reaccionar ante la inmolación del joven Bouazizi. Con su visita a la familia del mártir, el presidente se puso personalmente en primera línea; al ofrecer dinero a los padres por la muerte del joven, añadió la humillación. Si quería mostrar que era capaz de sentir compasión, lo que demostró Ben Ali fue que tenía miedo. A partir de ese momento, el miedo cambió de bando. Ben Ali destituyó a ministros, hizo mil promesas, pero nada podía detener ya la rebelión de la calle, que había comprendido que el Estado no era tan fuerte como parecía.
Cada víctima de la represión hizo crecer las protestas. En 23 días, los tunecinos acabaron con 23 años de dictadura.

Dentro del régimen, el Ejército se ha vengado de la policía.
Esta se ha mostrado incapaz de ejercer la represión por dos motivos fundamentales: por una parte, el sindicato Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), sobre todo los mandos intermedios regionales y federales, se negaron a obedecer al poder, se pusieron del lado del pueblo y contribuyeron a agitar las demandas sociales; por otra, un sector importante de los oficiales generales, respaldados por los soldados en activo que en repetidas ocasiones se negaron a abrir fuego sobre los manifestantes, dejó muy claro a Ben Ali que ya no estaban con él.
De esa forma, no le dejaron más que una salida: huir.

Ben Ali estaba asimismo debilitado por las presiones de Estados Unidos, que se ha implicado a fondo en su derrota, en primer lugar, porque ha visto una posible manera de hacer realidad su proyecto de democratización "suave" (no como Bush en Irak) en el mundo árabe; y en segundo, porque era una forma de debilitar a Francia en el Magreb. En cuanto a Francia, ha hecho gala de una ceguera que supera cualquier medida al apoyar a Ben Ali y ofrecerse, días antes de su desaparición, ¡para "formar" a su policía! Un fracaso diplomático que pagará muy caro.

La oposición, ya sea oficial o ilegal, no ha desempeñado ningún papel.
Como tampoco se ha visto, en las manifestaciones, una sola bandera verde, símbolo del islam.
Pero eso no puede durar. Con Ben Ali fuera, le ha sustituido el primer ministro, Mohamed Ghanuchi. Y ahí empiezan las dificultades. Los partidarios de Ben Ali temen la venganza popular, así que han emprendido una política de tierra quemada, sobre todo en los barrios burgueses y acomodados, con el fin de aterrorizar a sus habitantes y romper la alianza entre esas capas y el pueblo. En los últimos días ha habido decenas de muertos en Túnez.
Se está instalando un estado de caos que favorece al poder interino actual: el nuevo presidente ha prometido convocar elecciones en el plazo de seis meses, un periodo muy largo que permite presagiar manipulaciones peligrosas.

Las perspectivas para el futuro más próximo son meras hipótesis mientras no se reorganice la policía y mientras el Ejército no se pronuncie con claridad en favor del orden republicano.
Además, será necesario meter en cintura a las milicias del RCD, formadas por elementos desclasados para los que la pertenencia al partido era el principal método de ascenso social.

La primera hipótesis es que el nuevo poder consiga restablecer enseguida el orden y organizar una Conferencia Nacional en la que estén representados todos los miembros de la oposición, con un programa de transición política que deberá desembocar en la instauración de una auténtica democracia republicana (nueva Constitución, elecciones legislativas, municipales, etcétera).
A esta solución se oponen los restos del aparato dictatorial de Ben Ali (policía, burocracia, etcétera), los restos del RCD y el nuevo poder, que tendrá que rendir cuentas de su pertenencia al sistema derrocado.

La segunda hipótesis es un acuerdo entre todas las fuerzas de la oposición oficial, la integración de los partidos de oposición ilegales y la creación de un consenso sobre un programa mínimo para instaurar un sistema de transición que correría el peligro de tener una duración indefinida. En resumen, una especie de cambio dentro de la continuidad, porque se mantendría el régimen actual. Los factores en contra de esta hipótesis son la impaciencia y la cólera del pueblo, que quiere acabar con estos 23 años de dictadura.

Por último, una tercera hipótesis, que también es posible: Ben Ali preparaba, en los últimos años, una sucesión "neoislamista" encarnada en un miembro de su familia, hombre de negocios y creyente al parecer devoto; el Estado, sin tocar las bases laicas del "bourguibismo", iba islamizándose poco a poco; los programas religiosos invadían las pantallas y daba la impresión de que se estaba cociendo una confesionalización del poder, con el único objetivo de pervertir unas reivindicaciones sociales dotadas cada vez de más dureza y presión. El poder actual puede muy bien retomar esta estrategia e intentar establecer un régimen basado en un islamismo conservador cuya utilidad es evidente: así controlaría las reivindicaciones populares y se apoyaría en los grupos sociales más sensibles a esta retórica; llevaría de nuevo a las clases medias a su terreno, al presentarse como garante del mantenimiento de la seguridad, y tranquilizaría a los vecinos, desde Marruecos hasta Egipto, pasando por Argelia y Libia, que ya sufren este tipo de situación y ven con muy malos ojos el ejemplo tunecino.

No se puede excluir tampoco una mezcla de las tres opciones, que solo serviría para aplazar las decisiones institucionales que debe tomar Túnez.
Lo que es innegable es que los tunecinos afrontan hoy una transición hacia una revolución democrática y republicana, y eso es lo más difícil.
Porque el movimiento callejero no posee ni dirección reconocida ni programa.

Se abre una nueva etapa.
Los tunecinos han demostrado, con una fuerza y una dignidad enormes, que siempre se puede vencer a la opresión.
También han conseguido, quizá, que el mundo árabe entre a formar parte de la misma historia que los pueblos de Latinoamérica y los países de Europa del Este en el siglo pasado, cuando conquistaron su derecho a la libertad de expresión a costa de grandes sacrificios humanos.
Y esa lección es inmensa.

Sami Naïr es profesor invitado de la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla.


Manuel
#678

viernes, enero 14, 2011

¿Túnez como Portugal en 1974?

Ha caído Ben Alí, el dictador cleptocrático de Túnez.
El espectro de Ceaucescu le empujó a subirse a un avión y abandonar el país.
Ya lo había hecho antes su no menos cleptoctrática familia. Asume el poder el primer ministro Mohammed Ghanuchi quien deberá convocar elecciones.
Ha anunciado que la salida será constitucional. El Ejército está detrás de los cambios.
Es la institución que ha forzado la dimisión del presidente.
Ni un muerto más. Ni un disparo más.

Nada está ganado todavía. La lucha continúa.
Las dictaduras son piramidales. El mal no está solo en la cabeza.
Túnez es uno de los países mejor preparados en el mundo árabe para una democracia.
Las calles siguen repletas de manifestantes jubilosos que lloran y abrazan a los policías.
Hay banderas tunecinas y algún cartel con la imagen del Che.
Parece la Revolución de los claveles.

Todos los políticos occidentales que mantuvieron un silencio cobarde durante la represión y los muertos, ya pueden hablar, llenarse la boca de palabras de felicitación.
El Español llama a la calma.
Llega tarde, la calma empieza ahora tras 23 años de represión criminal.

Enhorabuena Túnez.


Manuel
#677

domingo, enero 09, 2011

Cuento de Navidad

Tal era la preocupación porque los inmigrantes prefirieran otros Estados para establecerse que las autoridades del Estado X abrieron una investigación para determinar las causas de este fenómeno y tomar las medidas necesarias para atajarlo.
No es difícil imaginar a la comisión correspondiente discutiendo algunas hipótesis al respecto.
"¿Será que los salarios que ofrecemos no son lo suficientemente altos?", preguntaría el representante de los empresarios.
"¿O es que nuestro sistema educativo no es lo suficientemente bueno como para que los inmigrantes quieran que sus hijos se eduquen aquí?", se interrogaría el representante de la comisión de educación.
"A lo mejor resulta que nuestros servicios sociales tienen una cobertura de menor calidad", sugeriría otro miembro de la comisión.
"No descartemos que haya inmigrantes que piensen que no van a poder practicar su religión o seguir sus costumbres libremente", apuntaría el representante de la comisión de integración.
La preocupación era evidente: con una natalidad baja, un número menor de inmigrantes implica menor crecimiento económico y mayores gastos sociales mientras que un número más elevado de inmigrantes significa una economía dinámica y más productiva, además de una sociedad más rica y abierta culturalmente.
Partiendo de la creencia de que sin inmigrantes no hay futuro, el Estado X ha logrado invertir la tendencia.
Diez años después, el Estado X es un éxito a la hora de atraer inmigrantes, en su capital se imprimen cuatro periódicos filipinos y se celebra con toda normalidad el Diwali, año nuevo hindú.
Es el paraíso de la inmigración inteligentemente gestionada.

En el país Y también hay preocupación por la inmigración.
Es tierra de asilo tradicional: si viajas allí, es muy probable que el taxista que te lleve al hotel sea iraquí y el que te devuelva al aeropuerto, somalí (todo ello sin que el país haya participado en la guerra de Irak ni tenga un pasado colonial del que avergonzarse).
Pero en las últimas elecciones generales, un partido abiertamente xenófobo ha conseguido una importante representación parlamentaria con una campaña basada en el sencillo mensaje "Y para los Y griegos" (no es una pista sobre el país). Menos mal que en el país Y hay una Iglesia que en lugar de estar obsesionada con las preferencias sexuales de sus feligreses está mucho más preocupada por los valores que de verdad cuentan.
Prueba de ello no es solo que su jerarquía esté encabezada por una mujer, sino que además esta haya mostrado su lesbianismo. Pero además de predicar con el ejemplo, la obispa, de nombre Eva (¡fantástica coincidencia!), predica también con la palabra: es memorable cómo el 5 de noviembre, con ocasión de la homilía oficial con la que se inauguró el curso político, en presencia de toda la clase política, incluida la familia real, desacreditó y avergonzó públicamente a los diputados representantes de los xenófobos, recordándoles que los valores constitucionales del país Y eran incompatibles con sus postulados políticos.
Indignados, los xenófobos abandonaron la ceremonia.

Las dos son historias reales. No son un cuento de Navidad.
Hacen buena la frase "para que el mal triunfe solo basta con que los hombres buenos no hagan nada", que falsamente se suele atribuir a Edward Burke.
"En el país Z", debería proseguir la columna.
Pero cada vez va a ser más difícil encontrar el país Z.

De hecho, aunque el país Y está cerca (es Suecia), el Estado X ni siquiera está en Europa (sino en Canadá, Estado de Manitoba, capital Winnipeg), así que no parece haber tantos ejemplos que destacar de comportamientos ejemplares que detengan esa mancha de aceite xenófoba que se extiende a nuestro alrededor.
Desde que Le Pen abriera en Francia la espita para representar electoralmente el odio al diferente, la marea xenófoba ha ido pasando de un país a otro: de Francia a Dinamarca, de allí al ridículo proyecto de la Italia padana de Bossi, luego a la peor Austria de Haider, más tarde a los Países Bajos y Bélgica, posteriormente a Suecia y ahora también a Hungría, nuevo colmo de la presidencia rotatoria europea, donde la extrema derecha representada por Jobbik deshonra la historia de una sociedad ejemplar en su lucha por la libertad.
En toda Europa, los xenófobos hacen aflorar el miedo, conceptualizan la inmigración como un problema, legalizan políticamente la xenofobia y luego la representan electoralmente bajo marcas tan hirientes como "Partido Demócrata" o "Partido de la Libertad".

En último extremo, Europa es solo sus valores.
Traicionando a esos valores, ya se suicidó una vez.
¿Es que quiere repetir?

JOSÉ IGNACIOTO RREBLANCA 07/01/2011

Manuel
#676

Nuevos hábitos con la ley antitabaco

Como ya me hice mucho daño a mí misma durante las décadas en que fumé cigarrillos —lo dejé hace ocho años, y últimamente ya no consumo ni narguile—, soy capaz de convivir con los humos de los demás, aunque no con la apestosa presencia de las colillas trasnochadas, ni con la aberrante fragancia que el vicio deja en ropas y tapicerías.

A mi alrededor, en estos días primeros del cumplimiento de la nueva ley, observo a un gremio ligeramente preocupado: el de los porteros y porteras. “¡Faltan ceniceros!”, proclama la mía, erigida en portavoz ante mí de las del vecindario, hartas de barrer.
En efecto, los afuera fumantes no tienen la precaución de hacerse previamente con un cenicero y, dada la carencia de tales adminículos en el mobiliario público, estaría bien que se trajeran uno de casa o que lo pidieran en el bar que abandonan periódica y frecuentemente para echar unas caladas. No me cabe duda de que la retirada de ceniceros de interior puede convivir perfectamente con, pongamos, una especie de urna do podrían los fumadores hacerse con uno, y devolverlo tras depositar su contenido, previamente apagado, en la papelera más cercana.

En el bar de mi esquina, en donde se fumaba, y mucho, hay un trasiego permanente de clientela que interrumpe la tertulia para salir a darle al asunto.
En otro de mis establecimientos predilectos se ha producido un cambio a mejor. Han abierto terraza. Terraza grande y muy concurrida.
De ella proceden los ciudadanos que, a mi lado —estoy acodada a la barra, degustando unos excelentes chicharrones todavía permitidos—, introducen monedas en una máquina expendedora de cigarrillos y se van, felices, con sus cajetillas.

—¿Debería denunciar a alguien? —inquiero, lega todavía en los mecanismos de represión.

—Déjeles —replica mi vecino—. Los pobres.

MARUJA TORRES 09/01/2011

Manuel
#675

La solución europea

Cuando se analiza la realidad conviene respetar el principio de que la severidad del juicio deber estar en función de la dificultad de la tarea.
En medio de la crisis económica más compleja de la historia de la humanidad, la Unión Europea ha tomado una serie de decisiones que han impulsado, de hecho, seguramente más por necesidad que por convencimiento, el proceso de integración. Durante estos meses, y como consecuencia de las decisiones que los diversos Estados europeos se ven obligados a adoptar para hacer frente a la crisis económica, están teniendo lugar las transformaciones más profundas de toda la historia de la integración europea.
Especialmente con la irrupción de la crisis de la deuda soberana los proyectos de reforzamiento de la unión económica mutualizando sus riesgos se suceden a un ritmo acelerado y ponen de manifiesto que la Unión Europea es más evolutiva de lo que lamentaban sus críticos.

¿Vamos demasiado deprisa o demasiado despacio en ese proceso de cesión de soberanía?
Formo parte de quienes desearían una mayor velocidad y una apuesta más decidida por la federalización, pero esta opción no me impide reconocer, frente a una crítica que carece de matices cuando el objeto es la Unión Europea, que hemos realizado unos avances que eran impensables en tiempos de mayor serenidad. Puede bastar este ejemplo para tranquilizar a los más inquietos. Entre el acuerdo del Consejo Europeo de Copenhague (abril de 1978) y su entrada en vigor (marzo de 1979) pasó casi un año. Se trataba entonces de fijar una forma de paridad entre las monedas de la CEE para conseguir el objetivo de "una zona europea de estabilidad monetaria". Los nueve países que formaban entonces parte de la Comunidad habían tardado previamente siete años en ponerse de acuerdo. En 2010 han bastado cuatro meses para pasar de las divergencias a un acuerdo de política comunitaria para afrontar la crisis de las deudas soberanas. Mientras tanto, hay un debate en marcha y expectativas de que el Banco Central Europeo adopte un papel más protagonista en la gestión de las crisis financieras.
Los 17 países de la zona euro y los 27 de la UE ponen en marcha, con sus fondos de garantía, una solidaridad presupuestaria y, sobre todo, inequívocos mecanismos de federalismo presupuestario.

Conviene valorar estos avances en su contexto histórico y de acuerdo con unas inercias que son más pesadas de lo que tal vez desearíamos.
La Unión Europea es una asociación de Estados nacionales posnacionalistas. Si la consideramos con la perspectiva de cinco siglos de historia moderna y contemporánea, la integración europea es una auténtica revolución; examinada desde el punto de vista de las urgencias que plantea la globalización es una integración muy lenta. Esta lentitud puede explicarse, por supuesto, porque la ciudadanía europea ni puede ni quiere separarse de esos cinco siglos de historia. Mutualizar 27 soberanías es un proceso inédito en la historia de la humanidad.
Es, sin duda, un proceso de alcance universal.
Pero es lógico que se vea acompañado por lentitudes, dudas, retrocesos y sinuosidades.

Es justo que examinemos lo que nos queda por hacer a partir de estos avances.
Y lo que hay que hacer es completar el proyecto del euro con un verdadero gobierno económico en la eurozona. Los mecanismos de gobierno europeo se han revelado como dramáticamente inadecuados. Con ocasión del problema griego se puso especialmente de manifiesto que una unión monetaria exige verdaderos mecanismos de coordinación presupuestaria. Estamos percibiendo ahora los problemas de haber creado la moneda única sin la suficiente coordinación presupuestaria y política. Tampoco disponemos de la solidaridad que sería necesaria, ya que las reglas del Pacto de Estabilidad por lo general no han sido respetadas.
En el momento de la crisis de 2008, Europa se encontraba con una institución monetaria inacabada, un crecimiento económico débil, importantes deudas privadas y públicas, así como falta de acuerdos en relación con las decisiones económicas, políticas y estratégicas que debía adoptar.

Pero hay algo más grave para la moneda única: la zona euro incluye países cuyas trayectorias económicas son divergentes: la Alemania exportadora pone el acento en el coste del trabajo en detrimento de la demanda interior; Francia, por el contrario, mantiene su crecimiento sobre la base del consumo privado; Grecia es una economía de servicios, por definición poco exportadora; España se apoya en el mercado inmobiliario.
¿Qué hacer con esta heterogeneidad del espacio económico europeo cuando la divergencia acentúa los intereses particulares, cuando el tránsito a nuevas etapas de cooperación implicaría decisiones que tocan a ciertos compromisos profundamente inscritos en la particularidad de cada Estado y sus respectivos contratos sociales?

Efectivamente, es difícil pedir a los contribuyentes alemanes, por ejemplo, soportar las consecuencias de la falsificación de las cifras griegas que les permitieron beneficiarse de los tipos de interés muy bajos o facilitar la liquidez de la banca irlandesa cuando todos sabemos que su espectacular despegue de los años noventa se debe a las ayudas europeas pero sobre todo a un dumping fiscal no coordinado con el resto de Europa.

El acoso de los mercados con Europa se debe en buena parte a que la crisis ha tocado una zona monetaria cuya integración es frágil.
Para entender a qué obedece este ensañamiento de los mercados, puede ser útil preguntarse por qué la deuda griega o irlandesa no han sido tratadas como las de Luisiana o California. El 13 de enero de 2010, Standard & Poor's bajó la nota de California, lo que tuvo graves repercusiones en cuanto a las condiciones para financiar sus necesidades de tesorería, pero el dólar no fue atacado; no hubo ningún anuncio de un plan de ajuste de las finanzas públicas americanas, y eso que el peso de California en Estados Unidos es más fuerte que el de Grecia en Europa.
Estados Unidos tiene una deuda pública muy elevada, pero este problema, si es gestionado con seriedad por las autoridades, no puede ser objeto de ataques especulativos con la misma intensidad que una moneda joven y con un entorno de incertidumbre mayor como el euro.

¿A qué se debe esta diferente actitud en uno y otro caso?
La respuesta tiene que ver con el hecho de que hay una unidad económica de los Estados Unidos más allá de los Estados que componen la federación, identidad que falta en Europa.
Los mercados no reconocen la unidad de la zona euro y eso nos debilita. Se quejaba Jean-Claude Trichet de que los inversores internacionales no comprendieran los mecanismos europeos de decisión y la dimensión histórica de la construcción europea. Pero a los mercados financieros no se les puede echar en cara esto porque no hacen sino constatar la realidad. Somos una federación monetaria pero sin el equivalente de una federación presupuestaria en términos de control y de supervisión de la aplicación de las políticas en materia de finanzas públicas.
Los países de la Unión tienen por lo general un nivel elevado de regulación de los mercados financieros, pero estos mecanismos no están hoy suficientemente unificados y, sobre todo, no se encarnan en una autoridad que asegurara su respeto.
Así pues, el problema es la ausencia de identidad económica en la zona euro y su débil gobierno.

¿Cómo va a transformar a Europa esta crisis?
Hasta ahora, aun siendo mejorable, la coordinación europea ha sido decisiva.
Los mercados especulan sobre las divisiones que perciben cuando la gestión intergubernamental es caótica. Hace falta, por tanto, avanzar en la mutualización de los riesgos económicos y completar el sistema monetario con una autoridad reconocible. Es urgente reequilibrar la deliberación política y la realidad de los mercados.
Europa es un proyecto interesante también por lo que tiene de ensayo por construir un espacio en el que se reconcilien lo político, lo económico y lo social.

Daniel Innerarity es catedrático de Filosofía,
investigador "Ikerbasque" en la Universidad del País Vasco
y director del Instituto de Gobernanza Democrática (www.globernance.com).


Manuel
#674

Humo

Las primeras y furtivas bocanadas eran duras, exigían coraje y la seguridad de que si las superabas accedías a los placeres del mundo adulto.
Algún iniciado controlaba que no hicieras trampas y te tragaras el humo, que tu organismo pagara la innegociable factura de la quemazón en la garganta, toser hasta el esperpento, sentir que la realidad se tambaleaba debido al mareo. También suponía algo subversivo en la niñez, ante la certidumbre de que aquellos ensotanados halitósicos del internado te iban a crugir a palos si te pillaban fumando o te exigían que les echaras el pecador aliento.
Pero sabías que el anhelado día que tu padre te permitiera fumar en su presencia, habrías recibido el certificado de hombría. También constatar que con alcohol en la sangre y un cigarro en la boca se evaporaban milagrosamente la timidez, la inseguridad y el miedo.
El tabaco no solo te ofrecía compañía, también placer y colegueo, eras el rey del mundo.

Ensoñación te producía el cine.
Y allí fumaba todo dios, los buenos y los malos, los listos y los tontos, los sofisticados y los primarios. Algunos, como Mitchum y Bogart, convertían ese acto rutinario en una obra de arte.
Fumaban maravillosamente las seductoras Lauren Bacall y Ava Gardner.
Y no concibes la apabullante imagen de Marlene Dietrich y de Bette Davis sin un cigarro en esos labios tan seguros.

Por supuesto, los fumadores nunca se plantearon que imponían el infierno a la resignada gente que nunca necesitó o gozó con algo tan insano.
Hasta el más lerdo de estos irresponsables tenía noticias de que con el tiempo ese hábito machaca los pulmones, como otros hacen gemir al hígado o perforan el tabique nasal, pero en su egoísmo no calcularon que también condenaban a la enfermedad a los que sufrían su humareda.
Y está claro que jamás sospecharon que algún día serían acorralados, carne de denuncia, estigmatizados con una etiqueta cercana a la delincuencia, recluidos en sus casas, por su adicción a tragar y expulsar humo, esa cosa tan autodestructiva y agresiva de la que pueden disfrutar impunemente los coches y las fábricas.

¿Quién inventó y popularizó el tabaco? Sospecho que los mercados.
Los mismos que ahora le condenan a la clandestinidad
¿Y qué son los mercados? Ni puta idea, pero seguro que el jefe es Satanás.
O sea, cuestión de pasta.

CARLOS BOYERO 09/01/2011


Manuel
#673

martes, enero 04, 2011

¡Que vienen los chinos!

No es la primera vez que les hablo de chinos. Ni será la última.
Y harían bien en poner atención.
Aunque no se hayan dado cuenta, los chinos tienen cada vez más importancia en su vida.
Su discreción milenaria les hace pasar inadvertidos, pero están ahí, en cada esquina, extendiéndose por las calles como un río en su delta, abriendo locales a mansalva mientras los aborígenes hispánicos cierran los suyos, prosperando, inmunes a la crisis, a la incomprensión, a la xenofobia.

Ya hace tiempo que me declaré chinófilo.
Les aconsejo que abracen también la chinofilia por su propio interés.
Si tienen hijos pequeños van a tener muchas posibilidades de trabajar algún día para chinos.
Y nos les quepa ninguna duda de que sus nietos serán mandados por jefes chinos en algún momento de su vida laboral.
Los chinos ya están aquí y vienen con un negocio bajo el brazo, pero su paso no será fugaz como el de los americanos de Bienvenido Mr. Marshall del genial Berlanga.
Han venido para quedarse y habitar entre nosotros, sonrientes, solícitos, demoledoramente eficaces.

Cada vez entramos en más locales regentados por chinos.
Primero fueron los restaurantes de comida oriental, la cabeza de puente del desembarco, hace más de 25 años. Luego llegaron las tiendas de 20 duros (1 euro, actualizado).
Más tarde se hicieron con los almacenes mayoristas de ropa, calzado y bisutería. Como no les cabía tanta mercancía compraron polígonos enteros. Les siguieron las peluquerías (del final feliz hablaré otro día, paciencia). Lo último han sido los bares de tapas.
Ahí los tienen con su mandil de tabernero castizo, poniendo café con porras, callos a la madrileña y una de bravas.

Aunque no creo que los callos tengan muchas probabilidades de conseguir la denominación de origen y la salsa brava sea más bien kétchup picante que salsa propiamente dicha, el caso es que los chinos están tomando al asalto el único reducto identitario de los madrileños: la tasca.
Denles tiempo y pronto serán campeones de mus.
Por lo pronto, los tapetes y los amarracos ya llevan el made in China.

A la gente, aunque lo disimule por aquello de la corrección política, le intranquilizan los chinos.
Los ven deslomándose como ídem de la mañana a la noche, sin una queja, y saliendo a flote mientras todo se hunde.
La plebe empieza a hacerse preguntas capciosas: "¿Pero de dónde sacan el dinero?".
Y se las responden de la misma forma artera:
"Lo que está claro es que esa pasta no es de vender cachivaches a un euro".

No esperen que les desvele el misterio.
Como paseante me dedico a observar. No tengo respuestas.
Que los chinos progresan es tan evidente como que son muchos.
Las razones de su éxito no me incumben. ¿Dinero negro?
Puede, pero tal vez tenga que ver también con que vas a una peluquería y te ventilan en 10 minutos (nueve euros, lavado incluido) y no tienes que compartir charla con ellos, salvo si tú la provocas. Perdónenme mi insociabilidad, pero cuando lucía pelo llevaba unas greñas astrosas solo por el pánico de pensar en la chapa que me iba a meter el peluquero de lo revuelto que estaba el vestuario del Madrid y de la mierda de pensión que le iba a quedar cuando se retirara.
Los chinos respetan el silencio del cliente. ¡Ojalá pronto tomen el sector de los taxis!

Otro de sus fuertes es la paciencia.
Cuando entras en una tienda no te atosigan. Les da igual que te tires una hora brujuleando entre los pasillos para acabar comprando una tijerita para recortarte la perilla. Saben que la próxima vez te llevarás también el cortauñas. No tienen prisa, son imbatibles.
Al fin y al cabo, se tiraron dos mil años para levantar una muralla que no impidió ninguna de las grandes invasiones, y cuando nadie le encontraba utilidad resulta que es el principal atractivo turístico del país, una fuente de divisas y el símbolo nacional.

La eficiencia es su mejor aptitud.
Al servicio del cliente, sin interrupciones publicitarias ni descansos para el bocadillo o para el almuerzo, sin día del patrono local o autonómico, ni "cerramos por defunción" (la leyenda urbana reza que a los chinos no les entierran). Toda la familia al tajo.
"Ya, ya, eso se llama explotación laboral", me dirán.
Pero ya les he avisado de que solo soy un paseante, no un inspector de Trabajo.

Los chinos han logrado la cuadratura del círculo.
El régimen oficialmente comunista más populoso de la historia ha llevado el capitalismo a su máxima expresión. Donde nuestros gobernantes promulgan ordenanzas absurdas para prohibirlo todo, ellos ponen su liberalismo salvaje al servicio del pueblo llano que las sufre.
¿Por qué tiene que estar prohibido comprar en una tienda una lata de cerveza a las 22.01 horas y es legal tomarte tres cajas de whisky hasta la madrugada en el club de putas de enfrente?

Los chinos, laxos con las ordenanzas, han facilitado la pervivencia del botellón, el reducto de ocio de los que no tienen ni dinero ni futuro. Los chavales ya ni siquiera van a la tienda.
Los chinos les llevan el hielo, los vasos y la bebida al parque o a la plaza.
El cliente, lo primero.

Con primarias o sin ellas, yo no pienso votar hasta que no haya un candidato chino.
Un alcalde chino sería ideal.
Seguro que al menos pone cambio en los parquímetros y deja abiertos los bares y las tiendas hasta al amanecer.

RAMÓN MUÑOZ 16/08/2010


Manuel
#672

domingo, enero 02, 2011

From WikiChina

While secrets from WikiLeaks were splashed all over the American newspapers, I couldn’t help but wonder:
What if China had a WikiLeaker and we could see what its embassy in Washington was reporting about America?
I suspect the cable would read like this:


Washington Embassy, People’s Republic of China,
to Ministry of Foreign Affairs Beijing, TOP SECRET/
Subject: America today.

Things are going well here for China. America remains a deeply politically polarized country, which is certainly helpful for our goal of overtaking the U.S. as the world’s most powerful economy and nation.
But we’re particularly optimistic because the Americans are polarized over all the wrong things.

There is a willful self-destructiveness in the air here as if America has all the time and money in the world for petty politics. They fight over things like — we are not making this up — how and where an airport security officer can touch them. They are fighting — we are happy to report — over the latest nuclear arms reduction treaty with Russia. It seems as if the Republicans are so interested in weakening President Obama that they are going to scuttle a treaty that would have fostered closer U.S.-Russian cooperation on issues like Iran. And since anything that brings Russia and America closer could end up isolating us, we are grateful to Senator Jon Kyl of Arizona for putting our interests ahead of America’s and blocking Senate ratification of the treaty. The ambassador has invited Senator Kyl and his wife for dinner at Mr. Kao’s Chinese restaurant to praise him for his steadfastness in protecting America’s (read: our) interests.

Americans just had what they call an “election.”
Best we could tell it involved one congressman trying to raise more money than the other (all from businesses they are supposed to be regulating) so he could tell bigger lies on TV more often about the other guy before the other guy could do it to him. This leaves us relieved. It means America will do nothing serious to fix its structural problems: a ballooning deficit, declining educational performance, crumbling infrastructure and diminished immigration of new talent.

The ambassador recently took what the Americans call a fast train — the Acela — from Washington to New York City. Our bullet train from Beijing to Tianjin would have made the trip in 90 minutes. His took three hours — and it was on time! Along the way the ambassador used his cellphone to call his embassy office, and in one hour he experienced 12 dropped calls — again, we are not making this up. We have a joke in the embassy: “When someone calls you from China today it sounds like they are next door. And when someone calls you from next door in America, it sounds like they are calling from China!”
Those of us who worked in China’s embassy in Zambia often note that Africa’s cellphone service was better than America’s.

But the Americans are oblivious.
They travel abroad so rarely that they don’t see how far they are falling behind.
Which is why we at the embassy find it funny that Americans are now fighting over how “exceptional” they are. Once again, we are not making this up. On the front page of The Washington Post on Monday there was an article noting that Republicans Sarah Palin and Mike Huckabee are denouncing Obama for denying “American exceptionalism.” The Americans have replaced working to be exceptional with talking about how exceptional they still are.
They don’t seem to understand that you can’t declare yourself “exceptional,” only others can bestow that adjective upon you.

In foreign policy, we see no chance of Obama extricating U.S. forces from Afghanistan.
He knows the Republicans will call him a wimp if he does, so America will keep hemorrhaging $190 million a day there. Therefore, America will lack the military means to challenge us anywhere else, particularly on North Korea, where our lunatic friends continue to yank America’s chain every six months so that the Americans have to come and beg us to calm things down.
By the time the Americans do get out of Afghanistan, the Afghans will surely hate them so much that China’s mining companies already operating there should be able to buy up the rest of Afghanistan’s rare minerals.

Most of the Republicans just elected to Congress do not believe what their scientists tell them about man-made climate change. America’s politicians are mostly lawyers — not engineers or scientists like ours — so they’ll just say crazy things about science and nobody calls them on it. It’s good. It means they will not support any bill to spur clean energy innovation, which is central to our next five-year plan.
And this ensures that our efforts to dominate the wind, solar, nuclear and electric car industries will not be challenged by America.

Finally, record numbers of U.S. high school students are now studying Chinese, which should guarantee us a steady supply of cheap labor that speaks our language here, as we use our $2.3 trillion in reserves to quietly buy up U.S. factories.
In sum, things are going well for China in America.

Thank goodness the Americans can’t read our diplomatic cables.

Embassy Washington.

Maureen Dowd is off today.


Manuel
#671

sábado, enero 01, 2011

Nacht über Chinas Metropolen


Der Crew der Internationalen Raumstation ist ein spektakuläres Foto gelungen:
Aus Hunderten Kilometern Entfernung schossen sie ein glasklares Nachtbild der beiden größten Städte Chinas, die sonst meist unter einem dichten Dunstschleier liegen.

Nachtfotos aus dem All zeigen auf eindrucksvolle Weise, wie der Mensch sich über die Erde ausbreitet - und in China ist alles noch einmal ein wenig größer als anderswo.
Dieses Bild, aufgenommen von Astronauten an Bord der Internationalen Raumstation (ISS), zeigt die beiden bevölkerungsreichsten Städte des Landes: Peking und Tianjin.




Allein im Großraum Peking leben rund zwölf Millionen Menschen, hinzu kommen geschätzte acht bis neun Millionen ohne offizielle Aufenthaltsgenehmigung.
Im rund 110 Kilometer entfernten Tianjin leben noch einmal rund 12 Millionen Menschen.

Geradezu winzig wirkt auf dem Foto dagegen Langfang, südöstlich von Peking gelegen.
Doch der Eindruck täuscht: Auch hier leben rund 3,9 Millionen Menschen und damit mehr als beispielsweise in Berlin.
Bei den dunklen Regionen handelt es sich zumeist um landwirtschaftliche Gebiete.

Deutlich zu erkennen ist das Gitternetz von Pekings Straßen mit seinen konzentrischen Ringstraßen, die mit dem rasanten Wachstum der Stadt kamen.
1930 lebten hier nur 1,6 Millionen Menschen. 1953 waren es schon 2,8 Millionen.
Allein seit 2006 ist die Bevölkerung Schätzungen zufolge um weitere rund drei Millionen Einwohner angeschwollen.

Das Foto entstand am 14. Dezember, als die ISS rund 630 Kilometer von Peking entfernt über dem Gelben Meer schwebte. Aus einer solchen Distanz einen derart klaren Blick auf die chinesischen Metropolen zu bekommen, hat Seltenheitswert: Oft liegen sie unter einem dichten Schleier aus Smog.


Manuel
#670

2011






( Bye Bye 2010! )






Manuel
#669