domingo, abril 11, 2010

Nadie

Desconfío instintivamente de la gente que se arroga machaconamente el conocimiento de la verdad y la práctica de la honradez.

Qué manía con tener claro conceptos tan resbaladizos y oscuros.
Por ejemplo, nunca entendí el significado de la honradez al escuchar desde la niñez dogmas tan populares y retorcidos como que la mujer no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo.
¿Por qué las mujeres y no los hombres? ¿Qué implicaba esa honradez?
Sospecho que tenía más que ver con la fornicación que no ha sido bendecida por el Altísimo que con lo de robar, mentir y estafar. Por mi parte, nunca he estado seguro de que fuera genética o esforzadamente honrado. Por si acaso, he tratado de mantenerme siempre lejos de la caja pública. Para evitar la irresistible tentación de introducir la manita. Y agradezco mi insignificancia, ya que imagino que mi precio sería razonable si hubieran intentado corromperme. Dudando tanto de la propia virtud, es normal que se me forme una previsora y hastiada mueca cada vez que escucho la exaltada y fatigosa autoproclamación de honradez, sinceridad y transparencia.

La casta política abusa hasta la náusea de estar en posesión de honradez y verdad.
Si hubieran leído a Shakespeare, que lo sabía todo de la naturaleza humana y también de la manipulación de la caprichosa plebe, sabrían que Marco Antonio logró cargarse a Bruto después de asegurar incansablemente a los expectantes ciudadanos de Roma: "Y sin embargo, Bruto es un hombre honrado".

Escucho la ardorosa, folclórica y conmovedora certidumbre de Javier Arenas de que "a nosotros no nos gana nadie en honradez". El plural se refiere al PP.
¿Cómo lo sabe, en qué se basa, qué pruebas tiene? ¿Nadie en España o en el mundo mundial?
Si resulta arriesgado responder de uno mismo, hacerlo por tantos conocidos y extraños sólo se te puede ocurrir en estado de embriaguez o de demencia. Sólo así el oyente podría ser compasivo con semejante estupidez. O no haber percibido que Arenas utilizaba el sarcasmo y la militancia surrealista en su jocosa afirmación. Hace sentir añoranza de profesionales del pragmatismo, como aquel que declaró algo que incluso resultaría cristalino para un deficiente mental: "Estoy en la política para forrarme".

CARLOS BOYERO 10/04/2010

Manuel
#544

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