Estamos siendo testigos de unas tendencias históricas diametralmente opuestas en Europa.
Algunos individuos, organizaciones y Estados intentan asumir su pasado y llevan a cabo un proceso histórico de examen de conciencia, mientras otros tratan de reescribir la historia y confían en que los focos no alumbren demasiado su pasado turbio.
(...)
El juez Garzón estudió para ser sacerdote, pero decidió dedicar su vida a luchar contra el pecado y el mal de una manera diferente. Lo que para el filósofo es una cuestión moral, para el hombre religioso es una cuestión de pecados y méritos y para el hombre de leyes una cuestión de delito e inocencia.
La búsqueda de justicia histórica del juez Garzón -por dolorosa que sea para quienes colaboraron con el régimen de Franco y por irritante que pueda ser para los colegas suyos que ponen en duda su competencia en esta materia o están molestos por su extraordinario protagonismo- no sólo es importante para España, sino que tiene ramificaciones para toda Europa.
Sólo afrontando valientemente nuestro pasado, con sus luces y sus sombras, podremos vencer verdaderamente a sus fantasmas.
Aunque sucesivos Gobiernos de Alemania, Rusia y España han denunciado los regímenes represivos de su pasado, la información que hoy tenemos sobre el número de víctimas y su marcha por el valle de la muerte es incompleta.
Olvidar el pasado es cometer una injusticia con las víctimas de la opresión.
Europa tiene la obligación moral de restaurar la dignidad de las víctimas de su siglo más sanguinario.
Si cada país europeo tuviera a un juez Garzón, Europa sería un lugar más moral y, como consecuencia, un sitio mejor y más seguro para nosotros y para las futuras generaciones.
Pinchas Goldschmidt es rabino supremo de Moscú
y presidente en funciones de la Conferencia de Rabinos Europeos,
una organización que reúne a los líderes religiosos judíos de más de 40 Estados europeos.
Manuel
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