sábado, mayo 30, 2009
BeiJing #11 - Dongyuemiao
The Beijing Dongyue Temple is a Taoist temple in the Chaowai area.
The temple is dedicated to the God of Mount Tai.
Founded during the Yuan Dynasty, it is the largest temple of the Zhengyi school of Daoism in northern China and protected as a National Key Cultural Relict.
The temple also serves as the Beijing Folk Customs Museum.
Mount Tai is one of the "Five Sacred Mountains".
It is associated with sunrise, birth, and renewal, and is often regarded the foremost of the five.
The temples on its slopes have been a destination for pilgrims for 3,000 years.
Manuel
#407
Pero, ¿en qué país vivimos?
Es evidente que la España actual no duele ni sangra tanto como antaño.
Felizmente, España no es hoy un país tan diferente a los de su entorno.
Sin embargo, el alma de España y su valoración como país siguen sujetas a disensiones y a paradojas.
La principal indefinición deriva de que el Estado democrático se ha sometido a dos corrientes centrífugas, saludables y necesarias sin duda, pero que parecen estar siempre en construcción y siempre repensadas: una, la descentralización territorial; la otra, la apertura al exterior y, singularmente, la pertenencia a la Unión Europea.
Si hacemos una rápida radiografía de la España actual nos encontramos con otros hechos llamativos, hasta contradictorios, que complican el diagnóstico de en qué país vivimos.
España es, sin lugar a dudas, uno de los países que más se han transformado en los últimos 30 años, indiscutiblemente para bien.
De ser un país de emigrantes ha pasado a ser un país de inmigración (el segundo en 2008 por este concepto), sin dejar de ser una potencia turística de primer orden (aún la segunda del mundo). También de ser receptor neto de la ayuda al desarrollo (hasta 1981) ha pasado a ser uno de los más dinámicos contribuyentes.
El resultado de esta metamorfosis es una sociedad más libre, tolerante, moderna y próspera, que, sin embargo, sigue sufriendo la barbarie en forma de terrorismo o de violencia machista.
Este país puede alardear de sus logros.
Es la octava potencia económica mundial, sólida aspirante a una silla permanente, y no sólo cedida, en el G-20, grupo llamado a ejercer de gobierno económico mundial de hecho.
En cambio, en el índice de desarrollo humano, fijado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo con arreglo a otros criterios de calidad de vida, retrocedemos hasta el puesto decimotercero. Por otra parte, España ha sido la gran beneficiaria del presupuesto europeo (ha recibido el equivalente de más de tres planes Marshall), pero sus bolsas de pobreza y exclusión no han dejado de existir, y proliferarán ahora con la contracción económica.
Precisamente, cuando la moderna España oficial se jactaba de tener más peso en los asuntos internacionales, ese papel fue empleado para arropar la nefasta guerra de Irak, que contribuyó a situarla en el punto de mira del terrorismo yihadista. Y es que, aunque hemos ganado muchos enteros en el plano económico, los escasos recursos diplomáticos nos sitúan muy lejos de ser una potencia política.
El recién terminado boom económico (14 años consecutivos de fuerte crecimiento) se ha cimentado en una burbuja inmobiliaria, en la especulación. El urbanismo salvaje apenas si ha rendido dividendos en instrucción y civismo. Pero no hay desarrollo sostenible sin cuidar del medio ambiente y de la educación. Nuestro déficit exterior -el segundo más abultado del mundo-, el envejecimiento de la población y la extremada dependencia energética hipotecan asimismo el país que legaremos a las generaciones futuras.
Ahora ya sabemos que en el mundo occidental hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, aferrados en parte a un capitalismo golfo basado en la corrupción político-económica y no en la cultura del esfuerzo, la ética y la responsabilidad (Transparency International sitúa a España en el lugar 28 de los países menos corruptos).
En España la jornada laboral se prolonga desordenadamente sin resultados provechosos en términos de productividad y competitividad, y sí nocivos para la conciliación familiar y el bienestar personal. Precisamente, ese crecimiento económico descontrolado ha minado la lucha contra el cambio climático, fenómeno que amenaza con africanizar nuestro territorio.
Nuestras empresas han invertido profusamente en el exterior y forjamos alianzas de civilizaciones y contra el hambre, pero también obtenemos pingües beneficios con la venta de armas y con la indulgencia ante gobiernos abominables. Recuperamos ahora la tasa más alta de paro de la OCDE y corregimos el diferencial de inflación con la UE, pero a costa de correr el riesgo de caer en la deflación.
La marca "España" no es bien explotada, pese a contar con campeones del deporte (¡ya hasta la selección nacional de fútbol!), de la cultura e incluso de la economía. La asignatura siempre pendiente del dominio del inglés frena nuestra apertura al exterior.
La verdad es que vivimos instalados en el contraste: participamos en sectores punteros (la aeronáutica, el espacio exterior, la Antártida) y en cambio tenemos nuestro I+D+i en los últimos lugares de la UE.
Nuestra lengua es un gran activo que hablarán pronto 500 millones de personas, pero se degrada en nuestro territorio nacional (y no sólo por razones políticas).
Somos líderes en ámbitos elogiables como la adopción de menores o la donación de órganos; y también lo somos en aspectos deplorables: abandono de animales domésticos, nivel de ruido, piratería intelectual, consumo de cocaína, siniestralidad laboral...
En realidad, existen tantas Españas -tantos estados de la nación- como ciudadanos, coyunturas, lugares o estados de ánimo.
Sin embargo, para hacernos una idea de cómo está el mundo, conviene recalcar que España sigue siendo uno de los países donde mejor se vive.
Pero es seguro que el estado del mundo afectará cada vez más a nuestro bienestar.
Manuel
#406
miércoles, mayo 27, 2009
lunes, mayo 25, 2009
BeiJing #10 - Badaling
Mínimos
La Unión Europea no es un gigante burocrático (tiene más funcionarios el Ayuntamiento de Madrid) ni una maquinaria ineficiente; en realidad, ésa es la parte que funciona. Lo que no funciona es la política.
Quizá porque no ha lugar: hubo ese espejismo, a finales de los ochenta, en el que pareció que el proyecto europeo llevaba a la integración; luego se volvió a la vocación de origen, consistente en evitar la enésima guerra entre las potencias continentales.
El objetivo no consiste en crear una gran república de ciudadanos civilizados y satisfechos, sino en mantener a raya los fantasmas del pasado.
Aspiración fundamental, y a la vez mínima.
No debe extrañar la impotencia política europea.
Se demuestra cada vez que hace falta: ante la guerra balcánica o ante la presente crisis, como, en otro tiempo, ante los misiles contrapuestos de las superpotencias o las agresiones soviéticas a sus países "amigos". Nada nuevo.
Mientras las botas prusianas se mantengan alejadas de París, el sistema cumple.
Si encima saca de vez en cuando una ley contra el tabaco, o impone una multa a algún monopolio, pues mejor.
Dentro de ese objetivo de mínimos, la publicidad electoral encaja la mar de bien.
¿Alguien tiene un plan interesante? No, ¿verdad?
En ese caso, sólo quedan dos opciones propagandísticas: la sonrisa o el gruñido.
Sin duda, más apropiado el gruñido.
Ese anuncio socialista, por ejemplo, que nos pone casi en la antesala de la guerra. Sólo le falta señalar a la derecha como culpable de Auschwitz, aunque se sobrentiende. Lamento que el PP tienda a decantarse por lo pánfilo: lo suyo sería juntar unas imágenes del gulag y televisarlas.
Esos mensajes nos permiten recordar que éste es un juego de mínimos, y que debemos conformarnos con un solo premio: que no se cumplan las amenazas que los propios políticos nos susurran desde la pantalla.
Es decir, que esto no vuelva a ser un desastre.
Para la política, los entusiasmos, la acción y esas cosas, ya están los americanos.
ENRIC GONZÁLEZ 25/05/2009Manuel
#403
domingo, mayo 24, 2009
BeiJing #9 - TianAnMen
Europa pierde protagonismo
Un lugar lleno de ancianos.
Un continente que prefiere contar poco.
Un actor internacional en un estado de confusión estratégica.
Débil, dividido e hipócrita.
La tierra del quizá.
Ésas son las cosas que dicen sobre Europa muchos comentaristas en Washington, Moscú y Pekín.
Y eso es lo que los europeos tenemos que transformar.
Si creen que estoy hablando de algún remoto cálculo de nuestra influencia en el extranjero, el pan diario de los diplomáticos pero algo que interesa sólo marginalmente a la gente corriente, están equivocados. Como hemos descubierto todos, a nuestra costa, en los últimos seis meses, nuestro trabajo, nuestros ahorros, nuestras hipotecas, nuestra salud y nuestra seguridad personal sufren directamente los efectos de problemas mundiales como la actual crisis financiera y económica, las migraciones masivas, el crimen organizado internacional, el cambio climático y la amenaza de pandemia, y no son cosas que cada Estado pueda afrontar por separado. Incluso si sólo se tiene en cuenta el propio interés nacional, en un cálculo frío y digno de Palmerston, los argumentos en favor de una mayor concentración de poder entre unos Estados vecinos y económicamente integrados es irrefutable.
Estoy en Estocolmo, donde un grupo de europeos, que incluye miembros de think-tanks, hombres de negocios, escritores, diplomáticos, activistas de la sociedad civil, algunos ex presidentes y unos cuantos ex ministros de Exteriores, se han reunido esta semana para llegar a las conclusiones necesarias. Estados Unidos posee desde hace mucho tiempo un Consejo de Relaciones Exteriores, uno de cuyos propósitos es mejorar la política exterior estadounidense. El recién creado Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR en sus siglas en inglés), por el contrario, tendrá que trabajar para crear una política exterior europea antes de poder empezar a mejorarla. Como decían en los libros antiguos de cocina: primero, cójase una liebre. (Para que todo quede claro, revelaré que soy miembro del ECFR y pertenezco a su junta).
Los obstáculos para crear algo que merezca el nombre de política exterior europea son grandes.
Son institucionales, políticos y, en el sentido más amplio, culturales.
Europa ha dedicado ya demasiado tiempo a su organización institucional. El conjunto de parches que constituye el Tratado de Lisboa, que desde luego no es una constitución europea, nos permitirá mejorar algo esa organización, siempre que los irlandeses voten sí (con algunos incentivos más, como que cada país siga teniendo un comisario europeo) en un segundo referéndum este otoño y los euroescépticos presidentes polaco y checo firmen lo que sus parlamentos ya han aprobado.
Entonces podríamos comenzar la dura tarea de agrupar más los recursos humanos y financieros de los dos lados de la Rue de la Loi en Bruselas, la Comisión Europea y el Consejo de Ministros intergubernamental, para crear un Servicio de Acción Externa (es decir, un servicio exterior) a las órdenes de quien suceda a Javier Solana como Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, el cargo considerado a veces, de manera informal pero no demasiado exacta, como ministro de Exteriores de la Unión. También habría un nuevo presidente del Consejo Europeo, el máximo órgano de los jefes de Gobierno de la UE, con un mandato de dos años y medio.
Después de hablar con un personaje importante de la futura presidencia sueca de la UE, me he dado cuenta de la locura que van a ser los últimos meses de 2009. Si los irlandeses votan sí (tal vez en octubre); los presidentes Lech Kaczynski, de Polonia, y Václav Klaus, de la República Checa, ratifican con su firma el Tratado de Lisboa y Alemania forma un Gobierno de coalición (para lo que normalmente hacen falta varias semanas) tras sus elecciones generales a finales de septiembre, la presidencia sueca quizá convoque una cumbre extraordinaria para llegar a un acuerdo sobre el primer presidente del Consejo Europeo, el nuevo Alto Representante y otras medidas prácticas. Eso quiere decir las complejas negociaciones habituales -entre unos países y otros, la izquierda y la derecha, los Estados pequeños y los grandes, el norte y el sur, los miembros antiguos y los nuevos, los latinos, los germánicos y los eslavos, hombres y mujeres- con las dos nuevas personas previstas para conducir, en cierto equilibrio vagamente representativo, los otros dos caballos de la futura cuadriga de la UE: el presidente de la Comisión Europea y el presidente del Parlamento Europeo. (Estados Unidos tiene un presidente que es verdaderamente un presidente; la UE tiene tres o cuatro, y ninguno de ellos lo es en realidad).
Los nombres que se mencionen a puerta cerrada en esas salas de negociaciones serán importantes. Tony Blair es uno de los candidatos no declarados a ser lo que los periódicos llamarán equivocadamente presidente de Europa. Me cuentan que los franceses están impulsando al insípido ex comisario Michel Barnier como Alto Representante. Creo que más nos valdría tener un presidente menos destacado y más capaz de crear consenso para el Consejo Europeo y, en cambio, un Alto Representante de más perfil y más enérgico: alguien como Joschka Fischer, por ejemplo, que en la actualidad es uno de los co-presidentes del ECFR, o Carl Bildt, el ministro sueco de Exteriores. Es el Alto Representante, no el llamado presidente, quien dispondrá del equipo y el dinero necesarios, y quien tendrá como tarea principal empezar a construir una política exterior europea mejor coordinada, si es que los Estados miembros lo permiten.
Porque, aunque los irlandeses voten sí, cosa que tienen perfecto derecho a no hacer, e incluso aunque se ponga en marcha la mejor organización institucional posible y se cuente con las mejores personalidades, por ahora, parece poco probable. El presidente Nicolas Sarkozy fue un líder dinámico -y a veces eficiente- durante la presidencia francesa de la UE, pero tiene cierta tendencia a confundir Europa con Francia y Francia con Sarkozy. Alemania es un país europeo cada vez más normal, en el sentido de que da prioridad a sus intereses nacionales inmediatos (un triste tema sobre el que volveré). A partir de 2010, la política exterior británica estará seguramente en manos de euroescépticos como William Hague. Y Silvio Berlusconi es... Silvio Berlusconi.
Y aunque los líderes de los Estados más importantes mostrasen la voluntad política, siguen existiendo problemas más profundos de lo que podríamos llamar culturales.
Nuestra política sigue siendo abrumadoramente nacional y nuestros medios son sobre todo nacionales o, al menos, circunscritos a comunidades lingüísticas concretas: anglófona, francófona, hispánica, germánica, polaca, lusa, estonia. Por eso es muy difícil tener un debate popular genuinamente paneuropeo sobre la política exterior (este artículo, por ejemplo, quizá aparece traducido en varios periódicos europeos, pero sigue siendo algo esporádico y poco habitual). Y la mayoría de los europeos no tiene la costumbre de pensar sobre los intereses de Europa en el mundo desde un punto de vista estratégico.
¿Cómo se puede crear una política exterior sin una sociedad organizada con un sistema de gobierno y sin el respaldo de la población?
Nuestro deber es, contra todo pronóstico, demostrar que no tienen razón.
TIMOTHY GARTON ASH 17/05/2009
Manuel
#400
jueves, mayo 21, 2009
Spleen européen
Non seulement cette Assemblée est, au monde, le seul Parlement supranational élu au suffrage universel direct ; cela pourrait lui valoir, sinon la fierté, du moins l'intérêt des électeurs.
En outre, ce Parlement est doté de pouvoirs réels et en extension constante.
Si son statut de législateur est partagé avec le conseil des ministres (donc les gouvernements), il a un rôle déterminant sur la plupart des questions concrètes, de l'emploi aux politiques sociales, des transports à la formation, de la santé à la protection des consommateurs, sans oublier l'environnement.
Pourtant, à une grosse quinzaine de jours du scrutin, la non-campagne européenne bat son plein!
Tout y contribue, en France et ailleurs : un scrutin rendu baroque par son organisation dans sept grandes circonscriptions régionales mal perçues ; des candidats peu ou mal connus, issus de tractations opaques plus soucieuses de recycler des personnalités sur le retour que de distinguer les futurs acteurs de l'Europe ; des débats égocentrés, qui se solderont le 7 juin par vingt-sept sondages grandeur nature sur la popularité ou le discrédit des gouvernements en place.
Et l'on ne saurait oublier le déni de démocratie qu'a toute chance de constituer, avant l'été, la désignation du président de la Commission européenne.
S'il n'est pas encore ratifié, le traité de Lisbonne prévoit qu'il sera à l'avenir élu par le Parlement. Rien n'aurait empêché d'en appliquer dès à présent l'esprit et d'attendre l'élection de la nouvelle Assemblée pour engager cette procédure. Or les gouvernements et le Parlement sortant font tout pour verrouiller par avance la cooptation "à l'ancienne" du président de la Commission.
Pour le plus grand bonheur annoncé du sortant, José Manuel Barroso.
Difficile, dans ces conditions, de battre en brèche le désenchantement croissant des Européens à l'égard de l'Union, qui devrait se traduire, si l'on en croit les augures, par des taux d'abstention massifs.
La mission et le rôle de l'Europe, sa place dans le monde, la voix originale qu'elle pourrait exprimer face aux Etats-Unis, à la Chine ou à la Russie, sa capacité à inventer des réponses spécifiques et collectives à la crise actuelle : de tout cela, il n'est pas question ou si peu.
Sauf improbable sursaut, le scrutin à venir risque fort de ressembler à une occasion manquée.
Hélas !
L'UE est un OVNI de l'histoire humaine.
C'est sans doute la première fois qu'un ensemble de peuples, qu'on aurait qualifié d'Empire il y a encore 100 ans, se refuse à s'élargir. C'est la première fois qu'aucune conquête guerrière n'est à l'origine de la constitution de cet ensemble. Qu'aucun leader ne le dirige de facto.
Le désir d'Europe s'épanouira dans un cadre démocratique enfin assumé:
Un président et un exécutif élus, un Parlement représentatif, une Constitution courte et claire!
Manuel
#398
Philosophia #2
"En tu lucha contra el resto del mundo, te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo" - Kafka
"No hay camino para la paz; la paz es el camino" - Gandhi
"Hay cosas conocidas y cosas desconocidas, y en medio están las Puertas..." - Anónimo (Kensi)
"Ojo por ojo, y el mundo acabará ciego" - Mahatma Gandhi
Manuel
#397
sábado, mayo 16, 2009
domingo, mayo 10, 2009
BeiJing #7 - ZhongGuanCun
One day at "PC City"
Chinese FastFood
They are technology bazaars, famous for their "shops with a shop", where prices are easily but grudgingly bargained. Zhongguancun shops mainly deal in PC-compatible hardware, peripherals and pirated software.
Though the AppleCentre and Apple Experience Centre are close by.
Manuel
#395