Un tiro le hubiese hecho menos daño.
Pero esas sonrisas a quemarropa, esa cornada con dos trayectorias, ha rozado la femoral de ese gran bromista llamado Silvio Berlusconi. Suele pasar.
Los tipos que buscan las sonrisas ajenas a costa de ridiculizar al prójimo – los cuernos que le puso al ministro Piqué, la vez que se escondió para despistar a la canciller Merkel o aquel día de infausto recuerdo en que ofreció el papel de capo en una película de nazis a un europarlamentario alemán— soportan luego fatal convertirse en el blanco de la burla.
A Il Cavaliere le pasó el domingo. O, más concretamente, le está pasando ahora.
Porque el domingo fue cuando Angela Merkel y Nicolas Sarkozy –como respuesta a una periodista que les preguntó en Bruselas por la credibilidad de Berlusconi— esbozaron una sonrisa más elocuente que el mejor discurso.
Pero es ahora, minuto a minuto, cuando los medios italianos –y ese gran medio al alcance de cualquiera en cualquier momento que es YouTube— están reproduciendo sin parar el vídeo.
El cazador cazado. El burlador burlado.
¿Se creen a Berlusconi?, les vino a preguntar la periodista francesa.
Esos segundos de espera, esa mirada cómplice, esa sonrisita mortífera ha dolido en Italia.
Ha escocido a Berlusconi, que arremetió el lunes contra de Merkel y Sarkozy desvelando su mínima capacidad de encaje.
Pero, sobre todo, ha entristecido a los italianos.
Su primer ministro ni tiene crédito ni hace gracia. Ni en Bruselas ni en Roma.
Y no hay nada más lamentable que un gracioso sin gracia.
Manuel
#828
Pero esas sonrisas a quemarropa, esa cornada con dos trayectorias, ha rozado la femoral de ese gran bromista llamado Silvio Berlusconi. Suele pasar.
Los tipos que buscan las sonrisas ajenas a costa de ridiculizar al prójimo – los cuernos que le puso al ministro Piqué, la vez que se escondió para despistar a la canciller Merkel o aquel día de infausto recuerdo en que ofreció el papel de capo en una película de nazis a un europarlamentario alemán— soportan luego fatal convertirse en el blanco de la burla.
A Il Cavaliere le pasó el domingo. O, más concretamente, le está pasando ahora.
Porque el domingo fue cuando Angela Merkel y Nicolas Sarkozy –como respuesta a una periodista que les preguntó en Bruselas por la credibilidad de Berlusconi— esbozaron una sonrisa más elocuente que el mejor discurso.
Pero es ahora, minuto a minuto, cuando los medios italianos –y ese gran medio al alcance de cualquiera en cualquier momento que es YouTube— están reproduciendo sin parar el vídeo.
El cazador cazado. El burlador burlado.
¿Se creen a Berlusconi?, les vino a preguntar la periodista francesa.
Esos segundos de espera, esa mirada cómplice, esa sonrisita mortífera ha dolido en Italia.
Ha escocido a Berlusconi, que arremetió el lunes contra de Merkel y Sarkozy desvelando su mínima capacidad de encaje.
Pero, sobre todo, ha entristecido a los italianos.
Su primer ministro ni tiene crédito ni hace gracia. Ni en Bruselas ni en Roma.
Y no hay nada más lamentable que un gracioso sin gracia.
Manuel
#828
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