jueves, abril 09, 2009

Pasión

El cristianismo es una religión basada en la historia.
Si Jesús no existió, no murió y no resucitó, no hay cristianismo.

Y sin embargo, Jesús no dejó ni una palabra escrita.
Tampoco hay constancia de él en los anales y registros romanos o judíos de la época.
Le menciona en años posteriores, muy brevemente, el historiador judeo-romano Josefo, pero esas líneas pudieron haber sido añadidas más tarde al texto original. Sólo un contemporáneo, Pablo de Tarso, escribió largamente sobre Jesús, al que nunca había visto ni escuchado.


Los únicos relatos que trazan una biografía de Jesús son los evangelios, redactados entre 30 y 60 años después de la desaparición del protagonista.
Los evangelios coinciden en lo fundamental, pero raramente en los detalles.

La ausencia de datos concretos constituye el eterno problema de quien intenta narrar la predicación y muerte del hombre de Nazaret. Especialmente cuando no se atiende a un evangelio determinado y se pretende contar los hechos "como debieron ocurrir".
La Pasión,
una miniserie emitida estos días por Canal+, aporta, basándose en la arqueología, una crucifixión físicamente distinta a la tradicionalmente representada (con las piernas del reo apoyadas y ladeadas); por lo demás, como cualquier producción anterior, se basa en la tradición.

La Pasión
ofrece un relato verosímil y bien trabajado, con la factura de calidad de HBO y BBC. Como obra dramática posee vigor y contención. Su propia verosimilitud, por otra parte, choca con ciertos argumentos cristianos. Algunos propagandistas católicos (Vittorio Messori, por ejemplo) señalan que en Jesús y su mensaje casi todo es imposible: que no existan datos históricos sobre él, o que la oscura ejecución de un oscuro predicador, entre los muchos iluminados que recorrían la remota Judea invadida, haya tenido tanta repercusión. De la suma de improbabilidades, y ante la evidencia de que el mensaje de Jesús ha sobrevivido, deducen que su fe es la correcta.

La posición de Messori suena razonable: se trata de una pura cuestión de fe.
Se cree o no se cree. No hay historia ni relato verosímil en los que apoyarse.

ENRIC GONZÁLEZ 09/04/2009


Manuel
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