Todos los telediarios y las tertulias nocturnas centraron buena parte de su tiempo en comentar y analizar las consecuencias del anatema alemán sobre la curcubitácea hispana.
La acusación de que eran portadores de la bacteria E. Coli, causante de, por el momento, 14 muertes y 1.300 infectados, supuso una enorme conmoción en los mercados. Los agricultores españoles cifran las pérdidas en 200 millones de euros semanales pero, al parecer, lo peor es la pérdida de confianza e imagen en los productos españoles, un deterioro que costará mucho más tiempo y dinero en recuperar.
Lo sorprendente del caso es que, ayer, la ministra de Salud de Hamburgo, Cornelia Preafer-Storcks admitió que en los análisis de pepinos españoles no existen rastros del agente patógeno de tipo 0101, es decir, donde dije digo, digo diego y aquí no ha pasado nada.
Creo que ya ha llegado el momento de revisar los estereotipos nacionales a la vista de que incluso en la mitificada Alemania se producen chapuzas impresentables, incompetencias notables y maldades hasta ahora identificadas habitualmente con los países sureños de una Europa que permite acciones unilaterales tan lamentables como la descrita.
Por si fuera poco, la señora Merkel, que ya había dado muestras sobradas de su inoportuna, o perversa, locuacidad en los momentos económicos más difíciles de España, ha decidido también que donde había dicho digo, ahora dice diego respecto a las centrales nucleares: si dijo que no se cerrarían pese al desastre japonés, ahora dice que se cerrarán. El cambió de criterio en unos pocos días parece estar relacionado con los desastrosos y recientes resultados electorales.
Es decir, todo vale con tal de seguir en la poltrona.
Naturalmente, en las tertulias políticas tedeteteras, lo que Wyoming llama "el tdt party", las conclusiones de los arrojados tertulianos no eran otras que las de lamentar la falta de carácter y respuesta del Gobierno de Zapatero, tratado como si fuera una zapatilla vieja. Alguno hubo que lo comparó con la fortaleza y dignidad del Gobierno Aznar.
Es evidente que la lealtad es un factor positivo para las subvenciones y concesiones de los gobiernos autonómicos. Llegan buenos tiempos para incrementarlas y hay que colocarse en la primera fila. Algo de esto deben pensar también los miembros de la cúpula de la patronal CEOE cuando, en un giro inesperado aunque consecuente con los resultados electorales del 22 de Mayo, decidieron elevar el listón de sus condiciones para los convenios colectivos, situándolo a una altura difícilmente salvable por las centrales sindicales.
Manuel
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