martes, septiembre 29, 2009

Impuestos e improvisaciones

Ahora que andamos a vueltas con la subida de los impuestos anunciada por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, convendría recordar que forjan el pacto de ciudadanía.
Constituyen el sistema de redistribución que permite al Estado atender las necesidades básicas en el ámbito de la sanidad, de la educación, de las pensiones, de las inversiones públicas.
Sin fiscalidad nada es posible.
Entre nosotros se admira el Estado social de los países nórdicos, pero nadie atiende a la carga impositiva sobre la que descansa.

Es como si todos estuviéramos alineados con la doctrina Montoro, según la cual la recaudación siempre es directamente proporcional a la bajada de impuestos. El responsable de economía del Partido Popular, que ha adoptado un léxico zafio para referirse a sus adversarios socialistas como panda de inútiles que han arruinado a España, quiere convencernos de que la verdad se encuentra en la curva de Laffer. Se aferra a ella con la misma convicción que al teorema de Pitágoras con catetos e hipotenusa, todos ellos al cuadrado. Considera como Proust que hay convicciones que crean evidencias. Cuenta a su favor con la satanización de los impuestos, con su consideración de gravamen confiscatorio, de penalización del esfuerzo y el talento, de sopa boba para mantener a los inútiles. Porque, en una vuelta de tuerca adicional y de la mano de los neocons, sus secuaces han pasado de reconocer el mérito de los que logran prosperar a considerar la culpabilidad de los desfavorecidos y de quienes siguen bajo el umbral de la pobreza.

Todo ello es el resultado de una impregnación ambiente, lograda por el pensamiento único en el que estamos instalados.
Sólo así se entiende la acogida que obtuvo la supresión de los impuestos sobre el patrimonio y de sucesiones. Mientras, en los Estados Unidos la propuesta abría un debate al considerar que podría pervertir los orígenes de aquella nación y promover una clase ociosa que todo lo tuviera garantizado por nacimiento, una nueva aristocracia contraria a las oportunidades que a todos deberían brindarse.

Aquí nadie hizo semejantes planteamientos.
En aquellos días, todos, los socialistas también -recuérdese la propuesta adelantada por el secretario general del Partido Socialista de Madrid, Tomás Gómez- rivalizaban por anticipar esas iniciativas derogatorias. Tampoco desde otros ámbitos se escucharon voces críticas que evaluaran las consecuencias. Cuando Francisco Fernández Ordóñez implantó la Declaración de la Renta, los españoles, incluso los humildes, se sintieron más ciudadanos con derecho a exigir.
Ahora estamos en los antípodas, en aquello de a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Con estos conceptos bien atornillados, al Gobierno de Zapatero le acusan de improvisar y ZP se defiende aceptando la acusación y replicando que gobernar también es improvisar.
Pero tampoco es así.
Gobernar es planificar, es resistir, es decidir las prioridades y es, también, responder a los imponderables.
Porque las planificaciones deben modularse y ceder en función de las necesidades que plantean los fenómenos de la naturaleza y otros desastres nacidos de malformaciones y crisis del sistema económico como las que ahora vivimos. Darles respuesta es tarea de gobierno a las que debe atenderse según protocolos para nada improvisados. Cumplir los compromisos con los parados sin perder de vista el déficit ni el monto de la deuda ni la manera de respetar los equilibrios tampoco debe inducir a la improvisación.

Cuando el presidente de Brasil, Luis Ignácio Lula da Silva, subió a la tribuna de la 64ª Asamblea General para hacer la primera intervención, dijo que estábamos más que ante una crisis de grandes bancos, ante una crisis de grandes dogmas. Y precisó que se refería a la doctrina absurda que sostiene que los mercados pueden regularse por sí mismos, sin necesidad de lo que se califica de intromisiones estatales y a la tesis que defiende la absoluta libertad de capitales.

Pero aquí es como si los años de prosperidad hubieran evaporado la solidaridad y se hubiera impuesto el ¡sálvese quien pueda!
La procedencia de clase social sólo se invoca por unos para convalidar cualquier vileza en la que hayan incurrido y, por otros, como si fuera un lastre indeseado.
¿Volveremos a medir el prestigio en términos familiares más que personales, conforme al número de generaciones que la familia de cada uno lleva sin trabajar?

MIGUEL ÁNGEL AGUILAR 29/09/2009

Manuel
#460

domingo, septiembre 27, 2009

Un gran asteroide roza la Tierra

Un asteroide de alrededor de un kilómetro de diámetro está acompañando estos días a la Tierra, en paralelo, a una distancia de unos 600.000 kilómetros, y lo seguirá haciendo una semana más, hasta que sus órbitas se separen.
Fue descubierto el 16 de septiembre por el astrónomo español Josep Maria Bosch y ya tiene nombre (2009 ST19). Aunque el estudio de su órbita es todavía muy incompleto, ha sido incluido en la lista de asteroides potencialmente peligrosos cuya órbita se cruza con la de la Tierra. Los primeros cálculos indican que el acercamiento más peligroso del ST19, que da una vuelta al Sol cada 3,6 años, se produciría en 2038, pero es una fecha que puede variar hacia delante o hacia atrás.

"Es un récord absoluto, es el asteroide de gran tamaño que se ha observado más cerca de la Tierra en toda la historia", explica Bosch, desde el observatorio de Ager en Lérida, aunque él hizo el descubrimiento en el observatorio privado de Santa María de Montmagastrell.
"Estaba intentando recuperar el cometa 137P, tras su paso por detrás del Sol, y no lo conseguí. A la mañana siguiente repasé las imágenes y vi que había un puntito que se movía de forma uniforme", explica. "Mandé los datos de astrometría al Minor Planet Center, el centro de referencia mundial, y dedujeron que estaba en rumbo de colisión con la Tierra, pero como no se volvió a observar pensaron que era pequeño y había caído sin consecuencias".
Unos días después el asteroide fue avistado de nuevo por un programa de búsqueda especializado. Ahora está a menos de dos veces la distancia hasta la Luna, pero será observado por multitud de astrónomos a lo largo de varias semanas para refinar los datos de su órbita, y se vigilará ya para siempre, aunque se desestime que pueda colisionar con nuestro planeta en un futuro cercano.


Manuel
#459

¿De véras?


Manuel
#458

La lucha política de Irán no ha terminado

Dejemos una cosa clara: quienes van a conseguir que Irán sea mejor son los propios iraníes.
Las palabras de un presidente estadounidense en la Asamblea General de la ONU en Nueva York no pueden lograrlo. Las negociaciones y sanciones europeas no pueden lograrlo.
Las bombas israelíes contra instalaciones nucleares iraníes, desde luego, no pueden lograrlo.
Pero el pueblo iraní sí puede.

Es lo que millones de iraníes se propusieron hacer este verano en manifestaciones masivas y lo que algunos de ellos todavía tratan de conseguir, a pesar de las palizas, los asesinatos, las torturas, las violaciones, la continua detención de miles de activistas y un grotesco juicio de los principales reformistas escenificado para la galería.
Lo que las democracias y los demócratas de fuera de Irán pueden hacer para ayudar directamente al movimiento verde es muy limitado, pero la primera obligación de nuestra política debe ser no hacer nada que dificulte aún más su lucha para obtener un cambio pacífico.
Seamos hipocráticos: el primer mandamiento, no hacer daño.

El presidente Barack Obama tiene razón al ordenar a sus representantes que negocien "sin condiciones previas" sobre la cuestión nuclear. Estados Unidos debería haberlo hecho hace mucho tiempo.
Pero las potencias europeas llevan años negociando con Teherán, y eso no nos ha permitido avanzar nada. Mientras nos llevaba la corriente, con las tácticas negociadoras de un bazar de Teherán, la República Islámica ha seguido construyendo centrifugadoras y se ha acercado al umbral en el que tendrá capacidad para decidir si se lanza a por el arma nuclear o no.

Las negociaciones deben continuar, pero Estados Unidos y Europa no deben, por unas cuantas y escurridizas promesas más de contención nuclear, hacer nada que otorgue ni pizca de legitimidad a un presidente, Mahmud Ahmadineyad, vencedor en unas elecciones fraudulentas y que la semana pasada celebró el "día de Jerusalén" diciendo que "el pretexto" para la creación de Israel -es decir, el Holocausto- "es falso...
Es una mentira basada en una afirmación indemostrable y mítica".

Un ejemplo clásico de lo que las democracias no deben hacer lo dio el año pasado una empresa conjunta formada por Siemens y Nokia, llamada Nokia Siemens Networks.
Vendió al régimen iraní un sofisticado sistema con el que pueden vigilar Internet, incluidos los correos electrónicos, las llamadas de teléfonos por la Red y las redes sociales como Facebook y Twitter, muy utilizadas por los manifestantes iraníes. En la política actual de poder popular, equivale a vender a un dictador carros de combate o gas venenoso.
Así que seamos claros: una empresa alemana, Siemens, que utilizó a esclavos para trabajardurante el Tercer Reich, vendió a un presidente que niega el Holocausto los instrumentos con los que puede perseguir a los jóvenes iraníes que arriesgan sus vidas por la libertad.
Piensen en ello cada vez que compren algo fabricado por dicha compañía.

Los analistas especializados en Irán utilizan a veces la imagen de una carrera entre dos relojes: el reloj nuclear y el reloj de la democracia.
El régimen iraní ha hecho que el reloj nuclear vaya más deprisa de lo que pensaban muchos en Occidente, pese a todas las negociaciones y sanciones; pero el pueblo iraní ha puesto en marcha el reloj de la democracia como la mayoría de los diplomáticos occidentales no pensaba jamás que iba a hacer. El viernes de la semana pasada volvieron a salir a la calle muchos miles de opositores, junto con los tres líderes reformistas más destacados que aún están en libertad. Es de esperar que haya más manifestaciones cuando vuelvan a abrir las universidades dentro de unos días.

No son sólo unos cuantos jóvenes airados con pañuelos verdes.
El régimen islámico está dividido en sus más altas instancias, y la autoridad del Líder Supremo está más en tela de juicio que nunca. Pilares del sistema islámico como el ayatolá Hashemi Rafsanjani están enzarzados en un conflicto con Ahmadineyad y la Guardia Revolucionaria, que son quienes tienen hoy más influencia con el Líder Supremo.

La expresión reloj de la democracia quizá puede llevar a confusión.
Irán no va a ser a corto plazo una democracia liberal de estilo occidental (tampoco lo son Afganistán e Irak). Ahora bien, lo que todavía es posible es una mezcla de reforma y revolución, lo que yo he llamado refolución, que refuerce los elementos republicanos constitucionales en el extraño sistema político híbrido de la República Islámica y debilite los factores revolucionarios islamistas. Por ahora sucede lo contrario. Al apoyar con su autoridad teocrática a Ahmadineyad y la Guardia Revolucionaria, el ayatolá Jamenei ha inclinado la balanza del lado revolucionario islamista.
El mejor resultado probable de una revolución negociada sería que la balanza se inclinara decisivamente en el otro sentido: más republicano y menos islamista.

Sería un Irán mejor para los iraníes, pero ¿sería un Irán mejor para el resto del mundo?
Los escépticos dicen que hay pocas pruebas de que los reformistas iraníes sean menos nacionalistas en la cuestión nuclear. Un portavoz del movimiento verde, Mohsen Makhmalbaf, hizo pública una declaración el 22 de septiembre en la que decía que "el movimiento verde iraní no quiere una bomba nuclear". Sería útil que los líderes de la oposición fueran más específicos: por ejemplo, que acepten la idea de la supervisión internacional neutral del ciclo de combustible en un programa nuclear de usos civiles, con el sobreentendido de que ese régimen internacional se aplicaría a todas las potencias nucleares civiles, incluido EE UU, y no sólo a Irán.

Vuelvo a decir que hay serios límites a lo que las democracias -y especialmente EE UU y Reino Unido- pueden hacer directamente para promover el cambio político dentro de Irán.
Por eso es tan importante hacer mejor las cosas indirectas. Una de ellas la ha hecho ya el Gobierno británico al financiar el magnífico servicio de televisión e Internet de la BBC en persa, que, en menos de un año, se ha convertido en una fuente de noticias fiable e indispensable para los iraníes.

Pero demasiado apoyo a la oposición por parte de Washington o Londres no hará más que dar credibilidad a las afirmaciones que el bando de Ahmadineyad y la Guardia Revolucionaria hacen de todas formas de que los reformistas y el movimiento verde son herramientas de una conspiración tramada por el Gran Satán (Estados Unidos) y el Pequeño Satán (Reino Unido); unas afirmaciones que encuentran cierta recepción en la opinión pública, en parte porque es verdad que una vez hubo una conspiración británico-norteamericana para derrocar al primer ministro iraní Mohammad Mossadeq, hace medio siglo. Obama quizá mostró demasiado desapego en su reacción ante las protestas del verano, pero se trataba de calibrar la respuesta unos cuantos grados. En la ONU, el 23 de septiembre, habló de "los derechos de las personas en todas partes a determinar su propio destino".
Exactamente.

No debemos, pues, dar ninguna legitimidad a un presidente ilegítimo y que niega el Holocausto a cambio de unas negociaciones nucleares que todavía no han llegado a ninguna parte.
No debemos apostarlo todo a la carta de la democracia, pero tampoco debemos hacerlo a la carta de la negociación nuclear. Cada paso diplomático que demos debe ser examinado para ver su posible efecto sobre el fisible proceso político en el interior de Irán. Si podemos aplicar unas sanciones nucleares más estrictas dirigidas específicamente a aumentar la presión sobre Ahmadineyad y la Guardia Revolucionaria, eso tendrá una doble ventaja; si la acción militar refuerza a los partidarios de la línea dura, ése es otro argumento más para no emprenderla.

Tal vez dentro de un año tengamos que reconocer que la represión ha acabado con la refolución en Irán, al menos por ahora.
En ese caso, tendríamos que tratar con el presidente Ahmadineyad y un régimen revolucionario islamista de la mejor forma posible: con negociaciones, presiones y contención. Pero todavía no ha llegado ese momento. La lucha dentro de Irán no ha terminado, ni mucho menos.
Su resultado no depende de nosotros, pero, al menos, no debemos hacer nada que ayude al lado que no lo merece a ganar.

Timothy Garton Ash es catedrático de Estudios Europeos
y ocupa la cátedra Isaiah Berlin en el St. Antony's College, en Oxford.


Manuel
#457

lunes, septiembre 21, 2009

domingo, septiembre 20, 2009

Aprendiendo modales en el supermercado

Hace algunos días, una amiga mía estaba haciendo cola delante de la caja de un supermercado.
Era una hora punta y había mucha gente.
Cuando llegó su turno, mi amiga, que ya había vaciado su cesta sobre la cinta, dijo:
“Buenas tardes”.

La cajera, una chica de aspecto andino, levantó sobresaltada la cabeza de su afanoso marcar y marcar.
“Ay, señora, perdone, buenas tardes”, dijo con su suave acento ecuatoriano: “Es que una termina perdiendo los modales”.
Y, mientras cobraba, le contó a mi amiga que llevaba cinco años en España y que, cuando llegó, se le habían saltado las lágrimas en más de una ocasión por la rudeza del trato de la gente: no pedían las cosas por favor, no daban las gracias, a menudo ni contestaban sus saludos.
“Al principio pensaba que estaban enfadados conmigo, pero luego ya vi que eran así”.

De todos es sabido que el español tiene modales de bárbaro.
Aún peor: consideramos nuestra grosería un rasgo idiosincrásico y hasta nos enorgullecemos de ella. “Somos ásperos pero auténticos”, he oído decir en más de una ocasión.
Y también: “Es mejor ser así que andarse con esas pamemas hipócritas y cursis que se gastan otros pueblos”. Y por pamemas cursis nos estamos refiriendo pura y simplemente a la buena educación.
En muchas cosas, por desgracia, seguimos siendo un país de pelo en pecho al que le gusta alardear de ser muy macho.

Resulta sorprendente que nos hayamos convertido en un pueblo tan áspero y tan zafio, porque, en mi infancia, a los niños se nos enseñaba todavía a saludar, a dar las gracias, a ceder el asiento en el autobús a las embarazadas, a sostener la puerta para dejar pasar a un incapacitado, por ejemplo.
Hoy todos esos usos corteses, esas convenciones amables que las sociedades fueron construyendo a lo largo de los siglos para facilitar la convivencia, parecen haber desaparecido en España barridas por el huracán del desarrollo económico y de una supuesta modernización de las costumbres.
En no sé qué momento de nuestra reciente historia se llegó a la tácita conclusión de que ser educado era una rémora, una práctica vetusta e incluso un poco de derechas. Me temo que defender los buenos modales, como hago en este artículo, puede parecerles a muchos una reivindicación casposa y obsoleta. Pero en realidad los buenos modales no son sino una especie de gramática social que nos enseña el lenguaje del respeto y de la ayuda mutua.
Alguien cortés es alguien capaz de ponerse en el lugar del otro.

Dentro de esta educación en la mala educación que estamos llevando a cabo de modo tan eficiente, son los chicos más jóvenes quienes, como es natural, aprenden más deprisa.
No sólo es bastante raro que un muchacho o una muchacha levanten sus posaderas del asiento para ofrecerle el sitio a la ancianita más renqueante y temblorosa que imaginarse pueda, sino que además empieza a ser bastante común ver a una madre por la calle cargada hasta las cejas de paquetes y flanqueada por el gamberro de su hijo adolescente, un grandullón de pantalones caídos que va tocándose las narices con las manos vacías y tan campante.

Algunas de estas madres llenas de impedimenta y acompañadas de hijos caraduras son emigrantes, lo que demuestra la inmersión cultural de la gente extranjera: las nuevas generaciones crecidas aquí enseguida se hacen tan maleducados como nosotros.
Pero, por fortuna, también sucede lo contrario.
Quiero decir que, en los últimos años, muchos de los trabajos que se realizan de cara al público, como los empleos de cajero o de dependiente en una tienda, han sido cubiertos por personas de origen latinoamericano. Dulces, amables y educados, esas mujeres y esos hombres siguen insistiendo en dar los buenos días, en pedir las cosas por favor y en decir gracias.
Algunos, sobre todo aquellos que vinieron hace años, como la cajera que se encontró mi amiga, tal vez hayan relajado un poco su disciplina cortés, contaminados por nuestra rudeza. Pero la mayoría continúa siendo gentil con encomiable tenacidad, y así, poco a poco, están ayudando a desasnar al personal celtíbero.
¿No se han dado cuenta de que estamos volviendo a saludar a las dependientas?
Yo diría que en el último año la situación parece haber mejorado.
Las colas de los supermercados, con sus suaves y atentas cajeras latinoamericanas, son como cursillos acelerados de educación cívica.
Quién sabe, quizá los emigrantes consigan civilizarnos.

ROSA MONTERO 20/09/2009

Manuel
#455

Equilibrismo


Manuel
#454

That's a Bingo !

Christoph Waltz as Standartenführer Hans Landa aka The Jew Hunter.
Landa is the central antagonist: a romantic, yet sinister pipe-smoking Austro-German SS-turned-SD officer so nicknamed in reference to his keen ability to locate Jews hiding throughout France.
He is well-versed in languages, being able to speak fluent English, French and Italian in addition to his native German. Landa can also be a charming detective.
Tarantino has said that this might be the greatest character he's ever written. The director decided to have the character played by a German actor. The role ultimately went to the Austrian Waltz, who, according to Tarantino, gave me my movie back, as he felt the movie couldn't be made without Landa as a character but feared the part was unplayable.

Waltz would win the Best Actor Award at the 2009 Cannes Film Festival for his performance.


Manuel
#453

¡Revolución!


Manuel
#452

El futuro de Europa

Entrevista: el Líder de los Verdes europeos

Daniel Cohn-Bendit, (Montauban, 1945), líder de Los Verdes en el Parlamento Europeo, ha protagonizado una dura oposición a la renovación de José Manuel Durão Barroso al frente de la Comisión Europea.
A pesar de que no pudo impedir el nombramiento del portugués, Cohn-Bendit -símbolo de mayo del 68-, sigue tan entusiasta como cuando luchaba por llevar "la imaginación al poder".

Pregunta. ¿Cómo valora una votación tan favorable a Barroso?

Respuesta. Ha sido gracias a los votos de los socialistas. No me explico cómo Zapatero ha podido votar por Barroso. No puedo entender. Es como si hubiera votado a favor de Rajoy. Porque Barroso es como Rajoy en Europa. Lo que ha hecho Zapatero de aliarse con la derecha es ilógico.

P. Pero muchos diputados socialistas han apoyado a Barroso.

R. Es incomprensible que algunos diputados socialistas, como los españoles, hayan votado sin independencia, a las órdenes de Zapatero. Han funcionado como organizaciones leninistas. Lo peor es que gracias a los votos de socialistas españoles, portugueses y británicos, Barroso ha obtenido una mayoría más amplia de la que exige el futuro Tratado de Lisboa y ha salido reforzado.

P. Barroso dispone ahora de un gran respaldo del Parlamento.

R. Barroso ha salido elegido gracias al apoyo de sólo 30 o 35 diputados socialistas. Eso significa que en el Parlamento Europeo no hay una mayoría clara.

P. ¿Qué opina de las promesas de contenido social, sobre libertades y medio ambiente que hizo Barroso para captar votos?

R. Si oyes a Barroso resulta que en Europa no hay nadie más socialista que él, nadie más verde que él, nadie más liberal que él, nadie más del PPE que él. La conclusión es clara: Barroso no es creíble. La próxima Comisión tendrá muchas dificultades.

P. Pero la izquierda no ha sido capaz de presentar un candidato alternativo...

R. El candidato para presidir la Comisión Europea lo propone el Consejo. Y la propuesta del consejo contaba con el apoyo de Zapatero, Sócrates y otros socialdemócratas. Hay que preguntarse porqué la Internacional Socialista y Martin Schulz [presidente del grupo socialista en la Eurocámara] rechazaron la candidatura de Rasmussen [presidente del Partido Socialista Europeo] y se refugiaron en la abstención.


Manuel
#451