#177
Manuel
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Renoncer à la cravate peut être un premier témoignage, symbolique mais important, de la contribution des entreprises à la lutte contre le gaspillage d’énergie.
¿Podría ser la corbata la gran sacrificada por un calentamiento que se nos va de las manos?
LaVanguardia, Antonio Cerrillo | 26/06/2007
La corbata, la prenda que simboliza la formalidad elegante o la sobria uniformidad global, está en jaque.
Y una de las empresas españolas de referencia, Acciona, le asestó ayer en su propio campo (el empresarial) un duro golpe que, al menos en verano, puede redefinir la historia de esta prenda.
En cualquier caso, más del 90% de los 38.000 empleados de Acciona siguieron ayer la recomendación de acudir a la oficina sin la sempiterna corbata. Acciona ha creado la más importante legión de oficinistas descorbatados de España.
Éste es un ejemplo más de que la ropa informal y fresca se impone en verano en las grandes empresas, que están empezando a prescindir de las corbatas, así como de los trajes chaqueta o la manga larga de la oficina, para no tener que bajar tanto la temperatura de climatización. Algunas de las principales corporaciones han decidido subir la temperatura del aire acondicionado a una media de unos 25 grados, para recortar el gasto eléctrico y prevenir emisiones de gases invernadero.
La campaña para acudir a las oficinas sin corbata fue promovida hace dos años por el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, que apareció luciendo cada día una camisa diferente pero sin corbata; y desde entonces la corbata está un poco de capa caída en las oficinas.
Varios siglos después de que los croatas deslumbraran a los franceses con sus cravates, este complemento puede entrar en crisis. Las túnicas y las togas fueron borradas del mapa clásico por la indumentaria de los bárbaros, y las corbatas pueden ser una especie en extinción víctima del cambio climático. Al menos, en verano.
Quitarse la corbata puede ser un primer gesto, simbólico pero relevante, de la contribución de las empresas para evitar el despilfarro energético. Pero no menos chocante es la imagen de las mujeres que deben abrigarse con una chaquetilla o rebeca para defenderse de una climatización excesivamente fría mientras en la calle hace un sol de justicia. Que haya que abrigarse con chaqueta habiendo una temperatura de 32 grados en la calle es algo que el planeta no puede permitirse; ni el planeta, ni una economía mínimamente responsable.
Acciona, la empresa que ha revolucionado el mundo de la publicidad (anunciando compromisos de verdad en favor del medio ambiente) está dispuesta a liderar la lucha contra el cambio climático dando ejemplo en sus propias sedes. Desde ayer, la temperatura de climatización ha subido de uno a dos grados en sus 200 oficinas repartidas por España, con lo que la temperatura media será de
El ahorro eléctrico conseguido por la empresa - sólo en su sede central de Madrid, donde trabajan más de 600 personas repartidas en
La temperatura ideal en invierno debe ser de 22 grados de máxima, mientras que en verano la mínima debe ser de 25 grados.
Para lograr una temperatura de 25 grados es necesaria la colaboración de las personas, que deben acostumbrarse a ir sin corbata a la oficina en verano, pero también es preciso mejorar los sistemas de climatización para lograr que esa temperatura de 25 grados sea uniforme y confortable para todos.
Pero mantener esta temperatura uniforme de 25 grados en una extensa planta de un edificio no siempre es fácil. Es frecuente, por ejemplo, la queja de algunos usuarios de edificios acristalados que trabajan junto a ventanas, en las que se da una fuerte radiación solar que incrementa la temperatura. No sólo hay que acondicionar los sistemas de climatización, sino también de protección solar del edificio.
Sin embargo, ni grandes almacenes ni muchos comercios aprenden la lección.
Y muchas veces hay que comprar tiritando.
#173
Manuel
Enrique Barón Crespo
Eurodiputado socialista y ex presidente del Parlamento Europeo
ElPaís - 17/08/2007
Ouvido tinha aos Fados que viría / uma gente fortíssima de Espanha - Camoens
Saramago ha relanzado, con una de sus agudas provocaciones, el recurrente debate de la unión entre Portugal y España en una Unión Ibérica.
Un Guadiana que desaparece y resurge, con más fuerza en su país que en el nuestro, aunque ambos estén en la misma balsa de piedra. Nuestra opinión pública está, sin duda, más preocupada por si España se rompe o no, por lo que no se entiende bien que alguien quiera apuntarse, aunque sea de la familia. Y ello a pesar del carácter prioritario de las relaciones con Portugal, más aún en este decisivo semestre de presidencia portuguesa de
En nuestro caso, existe siempre una mayor reserva, por una actitud mezcla de temor a ser considerados como invasores imperialistas y el desdén de sentirse rechazados por un miembro de la familia. La cuestión me ha intrigado desde la escuela: cuando veía el mapa de la península me parecía que España había perdido la cara, por el claro perfil de un rostro de su costa occidental; aún hoy sigo sin entender que el tiempo en los telediarios se detenga en la frontera.
La primera vez que viajé al Portugal de Salazar entré por Zamora, en donde hay un monumento a su paisano Viriato y llegué a Viseu, en donde había otro a su mismo heroico paisano. Con todo, no voy tan lejos como el navarro Irujo, el único nacionalista vasco ministro del Gobierno español en la historia, quien decía a Madariaga en 1944, al debatir
Se pueden multiplicar hasta el infinito las paradojas y las ocurrencias más o menos felices que nos ha deparado nuestra secular relación. El hecho es que nos hemos vuelto a encontrar en el hogar ibérico tras haber dado la vuelta al mundo y habérnoslo repartido, los lusos hacia Oriente, los hispanos hacia Occidente con la gesta de los descubrimientos, primera etapa de la globalización, de la que se silencian capítulos sórdidos como el de la responsabilidad compartida en el tráfico de esclavos.
Pero más que repetir una reflexión histórica en la que coincido con el sensato artículo de Mario Soares ¿Portugal en Iberia? (EL PAÍS, 4-8-07) y en particular con su admiración por el espléndido opúsculo de Natalia Correia Somos todos hispanos (no publicado hasta ahora en España), creo más útil tratar nuestro proyecto compartido de futuro.
#170
Manuel
Chinese surname shortage sparks rethink
(Agencies) - Updated: 2007-06-13
#167
Manuel
¿Dónde vas con mantón de Manila?
¿Dónde vas con vestido chiné?
A lucirme y a ver la verbena,
y a meterme en la cama después.
#165
Manuel
El lugar elegido cumplía las dos condiciones exigidas para ser poblado: seguridad, con un emplazamiento estratégico cuyos flancos este y sur estaban protegidos (por el farallón del valle del Manzanares que hoy cae hasta el Campo del Moro y el valle que separa la zona de Las Vistillas); y abundancia de agua, de ahí su apelativo, Mayrit (pronúnciese la y a la argentina, como un "yo" de Gardel), "nombre árabe que remite a los viajes de agua potable que existían en el lugar", explica Juez.
El grupo baja más tarde al arranque de
Tras explicar de dónde viene el gentilicio felino de los madrileños (se dice que un soldado de Alfonso VI trepó cual gato por la muralla para ganar la ciudad a Cristo, ya definitivamente en 1085), y la denuncia del destrozo reciente de lo poco que heredamos de
Todos pasan luego a visitar los restos de Santa María de
Seguro que se han fijado alguna vez en el talud de hierba de la calle de Factor que se alza frente a la catedral de Madrid. Pues bien, allí arriba, en el punto más alto de aquel Mayrit, -en Los Altos del Rebeque, que así se conoce al lugar porque un embajador flamenco de nombre similar allí vivió-, Juez habla de un gran moro madrileño desconocido, Maslama el Mayrití, eminente científico que, entre otras proezas adaptó las tablas de Tolomeo al meridiano de Córdoba.
Luego se va a San Nicolás, con su torre mudéjar, la más antigua de Madrid, humilde con sus adobes, preciosa con sus arquillos polilobulados. Y a la plaza de Ramales, donde estuvo el templo de San Juan. Allí se ven los pozos donde los alfareros islámicos tiraban las cazuelas defectuosas, honduras surgidas al construir un estacionamiento que arrasó con el resto de ruinas hace bien poco (y por cierto, sin encontrar el cuerpo de Velázquez, que allí yacía según se cree).
El paseo por lo más antiguo que nos queda (al que se pueden apuntar en la agencia Tierra de Fuego, 91 521 5240) termina en la plaza de Oriente, también en otro aparcamiento subterráneo, donde se conserva una atalaya de la época en que Madrid era parte del reino taifa de Toledo, cuadrada y recia, el último vestigio de ese periodo en la capital.
#164
Manuel
Así que, aún queriendo huir de la citada conexión entre la tendencia a la embriaguez y al derroche, no queda más remedio que encomiar que tengamos el privilegio único en el mundo de tener un bar por cada 135 habitantes (el dato no es inventado, Anuario Estadístico de La Caixa 2006) y, el no menos formidable, de contar con el mayor parque de cajeros automáticos del mundo, salvo Japón.
Las causas de esa afición desaforada por la tarjeta de débito son dos, fundamentalmente. La primera es la desmesurada afición de nuestros bancos a ganar dinero. A más cajeros, menos personal, y menos costes laborales (porque, se diga lo que se diga, dentro del cajero no hay ningún chino). Las entidades financieras españolas tienen el mayor índice de productividad por empleado de Europa. Y una de las razones de esa eficiencia es que contamos con un parque de 58.600 cajeros que, como trabajan las 24 horas del día, sustituyen potencialmente a 180.000 empleados.
El segundo motivo es la costumbre cada vez más enraizada de los ciudadanos a sacar dinero del cajero. Los españoles acuden 83 veces al año, más del doble de las veces que van a una sucursal, y sacan en cada operación una media de entre 100 y 110 euros.
Una vez convenido que España es el mejor lugar para sacar dinero en cualquier esquina y gastárselo en el bar al doblar la calle, hay que animar al viajero a que viaje allende nuestras fronteras. Bastará con unas simples advertencias. La primera y casi única importante se llama comisión.
Conseguir dinero en el extranjero es caro, carísimo, independientemente de cómo se obtenga (casas de cambio o cajeros). Por eso, si de verdad quiere ahorrar y no teme a los robos, lleve consigo efectivo desde España. La bendición del euro permite viajar por casi toda Europa sin cambiar moneda. Portar billetes grandes (los de 100 y 200 euros son ideales) y contratar una caja fuerte en el hotel ayudará en la labor.
Pero si no quiere llevar dinero encima, y acude a un cajero (ATM, en inglés) lo primero que tiene que tener en cuenta es que no sólo va a pagar comisiones sino que, hasta que vuelva a España, no va a saber lo que paga. Y es que en el extranjero no existe la obligación como aquí de informar al cliente del importe de lo que se le carga en comisiones. Por eso, el viajero debe llevarse la lección aprendida. Cada vez que saque dinero de un cajero de un país de la UE le cargarán un porcentaje sobre el importe que retire. Casi todas las grandes entidades (Santander, BBVA, La Caixa, Caja Madrid, Bankinter y Banco Sabadell) cobran un 4%, pero con un mínimo fijo que varía entre 2,4 y 3,5 euros. Es decir, que no conviene sacar cantidades pequeñas. Para entendernos, si alguien saca 100 euros en dos veces pagará 5 euros (la comisión mínima de 2,5 euros por dos) mientras que si lo retira de golpe sólo abona 4 euros (el 4%).
Si su banco dispone de sucursales en el extranjero, por favor, no cometa el error de buscarla plano en mano. Malgaste su tiempo en buscar un café recóndito o el último museo etnológico del lugar antes que andar metro arriba, metro abajo, en busca de las escasísimas oficinas que tienen las entidades financieras españolas fuera del país. Aunque sacar dinero en esos cajeros es gratis, el transporte para llegar a ellos no lo es.
Un consejo que, sin embargo, es muy útil seguir si se hace turismo nacional. Y es que si se saca dinero en una sucursal de su entidad, la operación es gratis. Si en el lugar de veraneo no existe esa posibilidad, hay que acudir a un cajero adscrito al mismo sistema de pago (Servired, 4B o Euro 6000). Pagará comisión pero mucho menos que si cambia de sistema.
Otro consejo no por obvio menos apropiado es llevar más de una tarjeta de distintas entidades. En muchos lugares turísticos, sobre todo en Latinoamérica, no sólo hay pocos dispensadores de dinero sino que casi ninguna acepta todas las tarjetas.
El cajero automático acaba de cumplir 40 años. Lo inventó un escocés mientras se bañaba en la bañera. La primera borrachera también se produjo después de un baño. El que se dio Noé en su Arca por el diluvio.
Así que hasta históricamente se puede decir que sacar dinero y beber tienen el mismo origen.
#161
Manuel